miércoles, 16 de septiembre de 2009

EL ARCHIVO XXXI – SER PRESIDENTE DE UN PAIS, ES UN HONOR!

Dichoso aquel que el destino, y por supuesto los votos de su pueblo, lo eligen a ocupar la Primera Magistratura de su país, dichoso mas aún, por la oportunidad que esta posición le brinda para servir a su pueblo, de eliminar las taras de la corrupción, de exigir productividad a su equipo de gobierno y de hacer de la educación y la salud, la prioridad de su plan de acción y presupuesto.

Un Primer Magistrado no tiene necesidad de aduladores y mucho menos de incondicionales, ya que debe saber que el llevar bienestar a su pueblo, lo convierte en el ciudadano mas respetado, admirado y popular de su nación y con ello, conquista el mas grande honor a que aspira estadista, el poder entregar su mandato entre los aplausos de un pueblo agradecido.

Si algo garantiza felicidad a un ser humano es el haber cumplido con su deber, el haberse entregado a servir. Me contaba un Presidente latinoamericano amigo, ya fuera de su periodo de Gobierno, que lo que mas socavó su administración, es el haber confiado en los incondicionales, el haber dado licencia de corso a los politiqueros, en especial a sus copartidarios, quienes al final lo traicionaron.

Por lo tanto, un Presidente nunca debe entregarse en manos de cúpulas, siempre debe dar giros al timón de mando, debe velar por que se cumpla todos y cada uno de los preceptos constitucionales que juro defender y de que nadie, absolutamente nadie, este fuera de ellos. Solamente así, podrá el, como responsable del Gobierno que preside, cumplir con los deberes que le asigna la Constitución, que es el conducir a su pueblo a una mejor vida.

Un Presidente debe separarse de querellas partidarias y dejar que estas sean resueltas por los políticos. Son ellos los llamados a probar que sus ideas, sus proyectos, benefician a la nación, y así, conquistar simpatías y por ende el voto de sus conciudadanos en las contiendas electorales. Un Presidente es un Jefe de Estado, es un Estadista, no es un político que solicita favores, sino que administra y cumple con lo prometido en sus campañas que lo llevaron a esa posición.

En los actos que conciernen los intereses del pueblo, no debe haber incógnitas, por lo tanto, es necesario deslindar responsabilidades. No tiene porque un Presidente del Ejecutivo, cargar con los errores de los otros Poderes del Estado, como por ejemplo, los Magistrados del Poder Electoral, quienes son lo que están en la obligación de asegurar a la ciudadanía, ante jueces imparciales, de que se ha respetado la voluntad popular, pero si es obligación del Presidente de la República en ejercicio, como representante de ese pueblo, de exigir que la voluntad del electorado sea respetado en las urnas.

Un Presidente que se respeta y por ende respeta a su pueblo, es el primero que esta en el deber de exigir que los otros Poderes del Estado cumplan con sus obligaciones y juramentos ante el altar de la Patria.

Un Presidente que ama a su pueblo, no puede permitir que intereses mezquinos de agrupaciones partidarias dañen la dignidad y el prestigio de la República, y mucho menos que por culpa de estos, se retire la ayuda que países y organizaciones amigas le otorgan para salir avante en la lucha por el progreso de sus gobernados.

Un Presidente, al recibir la banda azul y blanco y no la de un partido, representa a todos los nicaragüenses, por lo tanto, es el vigilante de los bienes de la República, es el protector de las victimas de abusos gubernamentales, es el abanderado de quienes desean techo, educación y salud, es el que demanda justicia y a través de su Procurador de Justicia, enjuicia y encarcela a los corruptos, para lo cual, el y su entorno, deben ser ejemplos de honestidad y transparencia en sus actuaciones, ya que son ellos la esperanza y el futuro de las nuevas generaciones.

Hasta EL ARCHIVO XXXII.

alejandrojosesr

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