Este ARCHIVO, lo he tenido que escribir dos veces, por ser inexperto en cibernética, ciencia de la juventud; toque algo y el primero desapareció. Ojala la mente me dicte algo mejor, ya que mientras escribo en mi camarote, el barco ha comenzado a navegar las aguas del mar Egeo con dirección al otro lado de la bota italiana, donde entramos en el mediterráneo hacia el puerto de Nápoles, Italia.
De Managua, volamos a Miami y de allí a Venecia, ese puerto creador de leyendas y carnavales, donde abordamos el SUMMIT, un crucero de la naviera CELEBRITY, que ya nos ha llevado a los puertos de Duvronik (Croacia), Pireos (Atenas) y Santorini, una de las dos mil y pico islas de Grecia.
He aquí donde comienzo a ver la diferencia del turismo de cruceros y el regular, incluso el de grupos, ya que mientras el turismo regular está pasando por una crisis, resultado de la debacle económica, los cruceros están, no solo manteniendo su alta ocupación, sino que incrementando su flota,
Los pocos días que he estado en el SUMMIT, me demuestra que mientras en este barco, el personal (997 que abarca 60 nacionalidades) se esmera en servir a sus huésped las 24 horas del día; en los vuelos aéreos, aeropuertos, hoteles, restaurantes, el factor servicio se ha convertido en algo que hace sentir al turista como que está recibiendo un favor y no un servicio, por el cual paga.
Si a esto le sumamos el incremento de precios de los últimos años, los destinos terrestres, especialmente el que no ofrece calidad, confort y servicio que demandan las infladas facturas, tiende a sufrir bajas.
Para muestra un botón, el viaje aéreo que tuvimos que hacer para llegar a tomar el crucero en Venezia, deja mucho que desear, hasta conseguir un vaso de agua para tomar una medicina es problemático, y ya no digamos el problema de maletas que no llegan a su destino, en nuestro caso, una de las maletas apareció en Atenas, con cinco días de atraso. Si a esto le sumamos las vicisitudes que tenemos que pasar los viajeros en los aeropuertos, donde lo único que les queda, es bajarle a uno los pantalones, el viajar en aviones se ha vuelto una aventura, y no crean que los cruceros no tienen control de seguridad, es estricta y repetitiva, pero lo hacen con amabilidad y profesionalismo.
Los operadores y administradores del turismo regular tienen mucho que aprender del turismo naviero, en especial su diversidad, lo cual para ellos es su primera preocupación, ya que mantener contentos a 2,300 personas de 10 y mas nacionalidades, de una diferencia de edades que va desde infantes a mayorcitos de 75 y hasta de 90, no es fácil y mucho menos si el crucero es de 7 a 12 días de duración.
En estos pueblos flotantes que surcan los mares del mundo, hay siempre algo que hacer para todas las exigencias y gustos, pero como todo lo que funciona con éxito, está enmarcado dentro de actividades donde lo primero que se respeta es el derecho al ocio, al descanso, al goce de la vida, que es en si el atractivo de toda actividad turística.
Hay unos que le gusta asolearse, otros nadan en las piscinas o hacen ejercicios en el magnífico gimnasio; hay toda clase de deportes, incluso ciclismo y por supuesto saunas, jacuzzi y salas de terapia. La asistencia médica, en caso de accidentes, es eficiente, de lo cual puedo darles testimonio.
Ofrecen Teatro al estilo Broadway. Cine, Night-clubs, Casino, en fin todo lo que una ciudad cosmopolita pueda ofrecerte en pequeño, con la ventaja de que hay seguridad tan completa, que la otra noche deje mi pluma en el restaurante y después de 24 horas, la reclame y allí estaba.
Lo más interesante, desde el aspecto humano, es ver esas diferentes etnias gozar sus vacaciones entre el desborde de culturas, que se saludan y sonríen. Entre los tripulantes no podían faltar los centroamericanos, entre los cuales hay 27 nicaragüenses, 73 hondureños y unos cuantos costarricenses, guatemaltecos y salvadoreños. Entre los nicas resalta la joven Mariela Malespín Padilla, cuyos padres son de Granada y Estelí y que ocupa el importante cargo de Oficial de Relaciones de Huésped.
Seguiremos relatando el Crucero por el Mediterráneo en EL ARCHIVO LV.
alejandrojosesr
De Managua, volamos a Miami y de allí a Venecia, ese puerto creador de leyendas y carnavales, donde abordamos el SUMMIT, un crucero de la naviera CELEBRITY, que ya nos ha llevado a los puertos de Duvronik (Croacia), Pireos (Atenas) y Santorini, una de las dos mil y pico islas de Grecia.
He aquí donde comienzo a ver la diferencia del turismo de cruceros y el regular, incluso el de grupos, ya que mientras el turismo regular está pasando por una crisis, resultado de la debacle económica, los cruceros están, no solo manteniendo su alta ocupación, sino que incrementando su flota,
Los pocos días que he estado en el SUMMIT, me demuestra que mientras en este barco, el personal (997 que abarca 60 nacionalidades) se esmera en servir a sus huésped las 24 horas del día; en los vuelos aéreos, aeropuertos, hoteles, restaurantes, el factor servicio se ha convertido en algo que hace sentir al turista como que está recibiendo un favor y no un servicio, por el cual paga.
Si a esto le sumamos el incremento de precios de los últimos años, los destinos terrestres, especialmente el que no ofrece calidad, confort y servicio que demandan las infladas facturas, tiende a sufrir bajas.
Para muestra un botón, el viaje aéreo que tuvimos que hacer para llegar a tomar el crucero en Venezia, deja mucho que desear, hasta conseguir un vaso de agua para tomar una medicina es problemático, y ya no digamos el problema de maletas que no llegan a su destino, en nuestro caso, una de las maletas apareció en Atenas, con cinco días de atraso. Si a esto le sumamos las vicisitudes que tenemos que pasar los viajeros en los aeropuertos, donde lo único que les queda, es bajarle a uno los pantalones, el viajar en aviones se ha vuelto una aventura, y no crean que los cruceros no tienen control de seguridad, es estricta y repetitiva, pero lo hacen con amabilidad y profesionalismo.
Los operadores y administradores del turismo regular tienen mucho que aprender del turismo naviero, en especial su diversidad, lo cual para ellos es su primera preocupación, ya que mantener contentos a 2,300 personas de 10 y mas nacionalidades, de una diferencia de edades que va desde infantes a mayorcitos de 75 y hasta de 90, no es fácil y mucho menos si el crucero es de 7 a 12 días de duración.
En estos pueblos flotantes que surcan los mares del mundo, hay siempre algo que hacer para todas las exigencias y gustos, pero como todo lo que funciona con éxito, está enmarcado dentro de actividades donde lo primero que se respeta es el derecho al ocio, al descanso, al goce de la vida, que es en si el atractivo de toda actividad turística.
Hay unos que le gusta asolearse, otros nadan en las piscinas o hacen ejercicios en el magnífico gimnasio; hay toda clase de deportes, incluso ciclismo y por supuesto saunas, jacuzzi y salas de terapia. La asistencia médica, en caso de accidentes, es eficiente, de lo cual puedo darles testimonio.
Ofrecen Teatro al estilo Broadway. Cine, Night-clubs, Casino, en fin todo lo que una ciudad cosmopolita pueda ofrecerte en pequeño, con la ventaja de que hay seguridad tan completa, que la otra noche deje mi pluma en el restaurante y después de 24 horas, la reclame y allí estaba.
Lo más interesante, desde el aspecto humano, es ver esas diferentes etnias gozar sus vacaciones entre el desborde de culturas, que se saludan y sonríen. Entre los tripulantes no podían faltar los centroamericanos, entre los cuales hay 27 nicaragüenses, 73 hondureños y unos cuantos costarricenses, guatemaltecos y salvadoreños. Entre los nicas resalta la joven Mariela Malespín Padilla, cuyos padres son de Granada y Estelí y que ocupa el importante cargo de Oficial de Relaciones de Huésped.
Seguiremos relatando el Crucero por el Mediterráneo en EL ARCHIVO LV.
alejandrojosesr
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