miércoles, 16 de septiembre de 2009

El ARCHIVO XXIX - NECESITAMOS MAS PUHIERAS-CASTRILLO

El matrimonio del Ingeniero Julio C. Puhiera y Dina Castrillo, él, nativo de la mina Bonanza, y ella, de Tecolostote, Boaco, residen en Filadelfia, y en sus vacaciones anuales, visitan su lar nativo y en especial Tecolostote, donde organizan fiestas para los niños de la región.

El 1er domingo de febrero, presencié la algarabía de cientos de niños, donde los payasos, la música, los helados y las golosinas, competían con la alegría de sus padres y la popular Dina, que en su niñez jugo como ellos en sus calles, aprendió las primeras letras en sus escuelas y que con su contagiosa personalidad, les daba el mensaje de que “si yo lo logré, ustedes también lo pueden hacer”. Su padre, Julio Castrillo, presente en la fiesta, gozando sus bien llevados 90 años, fue el pionero que instaló el comisariato en lo que era el Plantel de la Carretera hacia el Rama, que se construía en los años 40.

Estos amigos “filadelfianos” no solo nos visitan anualmente, sino que viajan con sus hijas, amistades sociales y de negocios –este año les acompañan 17-, y desde hace años, mantienen una escuela para niños con dificultades de aprendizaje en Tecolostote.

Este es el “turismo” que yo siempre he añorado para Nicaragua, un turismo sentimental, que se acomoda y acepta lo que tenemos y no tenemos, ya que lo que buscan son recuerdos y afecto de los familiares y amigos; sus ríos, lagos, playas, pueblos y parajes que ellos visitaban en su juventud. Son nuestros turistas-hermanos, conocidos cariñosamente como “gringoscaitudos”, quienes contribuyen a nuestro desarrollo y progreso.

Es un turismo que no exige, aunque se apene al ver nuestra basura física y moral, y nuestras dificultades sociopolíticas, lo cual mitigan con sus actos humanitarios.

Son inversionistas, que añoran compras de bienes raíces para su jubilación, pero que se atemorizan al escuchar los problemas de sus amigos como resultados de las arbitrariedades que todavía se cometen con la propiedad privada, y los viejos casos de las famosa piñatas que aun no se han resuelto.

Son ahorrantes, que desean contribuir con sus depósitos al desarrollo del país, a que haya suficiente fluidez de capital para la construcción de casas, incluso para ellos mismo al regresar al terruño en sus años de oro, así como para pequeños negocios en que puedan trabajar sus parientes, todo lo cual debería promocionar la banca privada.

Lo que nuestros funcionarios y dirigentes no realizan, es que ni turistas sentimentales y mucho menos inversionistas, donantes y ahorrantes, sean coterráneos o foráneos, tienen porque escoger a Nicaragua, ya que las ofertas que presentan los otros países de nuestra America, nos aventajan en infraestructura y ofertas turísticas a mejores precios, así como con atractivas tarifas aéreas, por lo que el promocionar el turismo de nuestra DIASPORA, debe ser algo prioritario y por sobre todo, tenemos que hacerlos sentir como huéspedes y no como entrometidos, ya que a veces tienen dificultades hasta en traer o enviar regalos para sus amistades y familiares.

Los Puhiera-Castrillo, son el modelo en vivo de ciento de miles de nicaragüenses que forman nuestra pujante DIASPORA, unos muy pudientes, otros acomodados, pero todos ejemplares trabajadores, con algo en común, su amor por Nicaragua y sus raíces. Un amor que desean heredarles a sus hijos y nietos, siempre y cuando no sigamos avergonzándolos con nuestra corrupto sistema político, donde el funcionario llega a ver como se “forra” sin importarle el mañana, con la complicidad de la impunidad que cobija y apaña nuestra sistema judicial, mientras el trabajador, el comerciante, el profesional, se ven obligados a buscar oportunidades en tierras extrañas, para lograr un triunfo que podrían haber tenido en su tierra natal. Pero hay algo mas triste aun, es que ni siquiera reconocemos a quienes en el exterior honran nuestra nicaragüanidad, negándoles cédulas de identidad y su derecho a votar en su país natal, que los acercaría y comprometería a ser parte de nuestro desarrollo y progreso.

Ojalá que las oraciones de los ya cansados moradores de nuestras rotondas, no solo sean para el bienestar de quienes los alimentan y remuneran, y que al ver su propia tristeza, logren echarnos una manita, pidiéndole al Dios de todos, que nos proteja y nos ayude a lograr una República digna, honesta y respetuosa de los derechos de todos, residan o no en su territorio. Feliz Día de San Valentín!

Hasta EL ARCHIVO XXX

alejandrojosesr

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