domingo, 10 de marzo de 2024

El Archivo DCCCLIV

¿Apátridas?... No Existen
¡No hay apátridas en el mundo libre! El que residas fuera de tu país de origen, no te convierte en apátrida. Tampoco si tu pasaporte o cédula de identidad están vencidos, o no tengas ni lo uno ni lo otro. El exilio, voluntario o forzado, por razones políticas o cualquier otra, no te convierte en apátrida. La PATRIA, es amor de familia, costumbres y cultura, no papeles.

No voy a entrar a juzgar por qué algunos, en su mayoría latinoamericanos, no obtienen la nacionalidad del país anfitrión tras legalizar su estatus migratorio. Parece que es un falso concepto de patriotismo, ya que piensan que traicionan al de origen, lo cual no es real, pues el amor al terruño no está basado en documentos de identidad, es algo que se lleva de por vida.
Tarde o temprano pasaría que los países autócratas, del Socialismo del Siglo XXI, dificultaran la obtención de documentos de identidad, era cuestión de tiempo y el tiempo ya llegó, intentando dejar en limbo a millones que han escapado o hayan sido obligados al exilio.

Esos millones buscan refugio en Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Panamá, España y países de Europa Occidental, donde posiblemente hayan estudiado. Nadie en su sano juicio, buscaría refugio en África, Asia y Medio Oriente y muchos menos en Rusia, China y Corea del Norte, a menos que seas delincuente escapando a la justicia de tu país democrático.

Ahora vamos al meollo del problema que tanto alardea ese hijo y nieto de inmigrantes que se ha tomado la tarea de sembrar odio hacia los "americanos" del sur, que están en su legítimo derecho, como sus antepasados, de emigrar en búsqueda de bienestar y seguridad personal.
El que, con tanta morbosidad, está envenenando la mente de algunos confusos inmigrantes latinoamericanos, no es quien tiene las credenciales, ni la ética y mucho menos el valor moral, para librar una cacería de brujas en contra de quienes vendrían a engrandecer países como Estados Unidos, que ha demostrado al mundo las ventajas de su sistema democrático de gobierno, basado en la inmigración.

Estados Unidos necesita reforzar su fuerza laboral, ya sea industrial o agrícola, para incrementar la industrialización de su producción agrícola pecuaria, con las ventajas que le ofrece su posición geográfica y para esto es muy necesario la mano de obra, de inmigrantes que ya han demostrado ser eficientes trabajadores, por lo que creo que el crecimiento de Estados Unidos y Canadá está en más inmigración, y no en menos. ya que así el sistema capitalista-sindical, base de nuestra democracia, pueda incrementar su desarrollo.
Es indispensable e importante que los líderes sindicales, se tomen la tarea de atraer a nuevos miembros, apoyando la legalización de los inmigrantes que llegan a Canadá y Estados Unidos, con la misma esperanza que llegaron sus antepasados. Sabemos que es importante homogeneizar el idioma, por lo que los Sindicatos pueden patrocinar la enseñanza del inglés y así continuar el engrandecimiento y desarrollo de estos países.

Esta falta de identidad de los que residen en el exterior lleva muchos años, primero, por la indolencia del latinoamericano en general, pues conozco casos de quienes han trabajado con documentos falsos por años, pagando impuestos, sin recibir beneficio alguno y cuando envejecen y regresan a sus países de origen, se encuentran peor que cuando se fueron.
Nicaragua es un caso muy especial, pues ninguno de los gobiernos ha hecho el esfuerzo de otorgar cédulas de Identidad a su diáspora. El colmo de esta desidia es que los gobiernos llamados democráticos de finales del Siglo XX (Barrios de Chamorro, Alemán, Bolaños), al procrastinar, perdían entradas fiscales. Lo único que lo explica es, porque siempre estaban de por medio los intereses de las dictaduras, a quienes nunca les ha interesado identificar a su diáspora.

Indolentes o yoquepierdistas son aquellos que siempre han despreciado e ignorado a sus diásporas, ni siquiera han tomado en cuenta los millones de las remesas que mantienen a flote sus economías.

Por lo que líderes unidos de nuestras diásporas, deberían acercarse a los Sindicatos y al Gran Capital, para hacerles ver que, en países de inmigrantes, como han sido Estados Unidos y Canadá, la inmigración no es un anatema, sino una fuerza de desarrollo y estabilidad continental.

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