jueves, 12 de octubre de 2023

El Archivo DCCCXXXII

¿Por Qué Dañarnos?
Aunque los que los causan se creen inmunes, no hay tal, aun cuando estén satisfechos de tener todo bajo su control, ya que allá, muy detrás de esa cara con que los malos creen atemorizar, está su conciencia, esa que acosa día y noche, pero que los "perversos" ignoran, haciendo daño… por lo que siempre nos haremos daño.

Nunca he creído en "perversos", pero si en mentes "atrofiadas", o enfermas, que se escudan en la maldad para satisfacer su morbo, llegando hasta creer que el dolor es necesario para dominar la flaqueza humana, por lo tanto ellos lo provocan, haciendo daño.
Combatir la maldad es difícil, pero no imposible. Creo que después de las olas destructivas que estamos presenciando, pues parece que el mundo consciente tiene acceso a los aparatos que, en semanas pasadas decíamos, son nuestro compañero inseparable, deberíamos aprender que es impostergable educar la mente del ser humano, más allá de lo que hemos logrado, pues unos siglos atrás, y no muchos, éramos feroces animales, cuya existencia se basaba en quien era el más deshumano y brutal.

"Lo que ocurre en Israel es la continuación de la antigua y permanente lucha entre civilización y barbarie, del bien y el mal, de la libertad y la opresión y de la democracia y la dictadura". Palabras de un editorial de "La Prensa" diario nicaragüense del pasado martes 9, que actualmente solo se puede leer digital por estar incautadas sus instalaciones y exiliados sus periodistas. Nosotros podríamos agregarle el sufrimiento de lo que acontece en Gaza y Ucrania. Las frases "La paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros" y "Podemos perdonar a los árabes por matar a nuestros hijos. Pero nunca les vamos a perdonar el hacernos matar a los suyos", de hace 50 años ya, que confirman lo antes expresado, y son de la cuarta primer ministro israelí, Golda Meir.
Roguemos a Dios, a nuestro Creador, imploremos su misericordia, su intervención para mitigar el dolor de los heridos, para consolar las familias de los fallecidos y desterrar el odio y la deshumanización. No se trata de oraciones, es simplemente hablarle a Dios una y mil veces, todos, creyentes y no creyentes, rogándole su protección y misericordia, pues todos somos hijos de Dios.

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