domingo, 8 de octubre de 2023

El Archivo DCCCXXXI

Enigma Llamado "El Darién"
Julie Turkewitz, corresponsal del "New York Times" en los Andes, escribió sobre el negocio sucio de la migración en el Tapón del Darién, la ruta Colombia-Panamá y el enigma en que han mantenido los gobiernos colombianos su conexión terrestre con América del Norte. El que la Cancillería colombiana, haya solicitado a UNESCO el declarar una región del Noroeste del Darién "Reserva Biosfera Internacional" o sea espacios físicos Reservados por su interés científico, en términos ecológicos, biológicos y culturales, y cuyo valor reside en que sirven de sostén y retaguardia ante el cambio climático.

Pero declararlos Reserva no implica el que no se le asignen los recursos necesarios para limpiar esa zona de bandoleros y oportunistas, así como construir una carretera amplia de peaje, donde como dice la corresponsal "Cada paso ofrece una oportunidad de hacer dinero". Aceptamos que con una vía de peaje no vamos a detener, como dice el encargado (Felipe Muñoz) de la Oficina migratoria del Banco Interamericano, a esos 300 mil o más desesperados migrantes, pero si vamos a desarrollar una zona importante para Colombia, y también vamos a humanizar ese imparable éxodo.
Según Julie, los inmigrantes pagan 40 dólares por el trayecto en lancha, sólo para llegar a la selva, si te cargan la mochila 100 dólares más, para un plato de pollo y arroz en medio de la ruta, 10 dólares más. Los paquetes especiales con tiendas, botas y otros básicos cuestan 500 dólares o más. Todo un negocio establecido, en ese estrecho selvático, inhóspito y casi intransitable entre Centroamérica y Suramérica.

Es incomprensible el abandono en que se ha mantenido esa zona, por parte de los gobiernos a través de los siglos, y esto incluye a los de Panamá, pues el Darién abarca parte de ese país. En el municipio de Acandí, Colombia, donde comienza la selva, los residentes carecen incluso de los servicios más básicos, en la zona algunas autoridades locales aseguran que sus peticiones de ayuda han sido ignoradas.
Los residentes de Necoclí y Acandí se han apoderado de la ruta migratoria, la han convertido en un negocio multimillonario gestionado por algunos de sus líderes políticos. "Lo que primero era una problemática", dijo un exconcejal, "se ha convertido en una oportunidad", o sea que el gobierno central está patrocinando un negocio ilícito, que prostituye la responsabilidad de las autoridades.

Los lugareños, coordinados bajo una organización llamada "Fundación Social Nueva Luz del Darién", explican la ruta y entregan brazaletes cuando los migrantes han pagado la tarifa de 170 dólares por persona por el tránsito desde Acandí hasta la frontera panameña, una vergüenza, es como una entrada a Disney, dice a Julie un venezolano migrando. Más de 2000 personas salen cada día del campamento de Las Tecas hacia la selva.
Sobre la industria migratoria del Darién se ciernen las "Autodefensas Gaitanistas de Colombia", o "Clan del Golfo", un grupo criminal que funge como el actor armado "hegemónico" de la región, según la "Defensoría del Pueblo" colombiana, cobrando su propio impuesto por pasar, 80 dólares por persona según los recaudadores de este dinero en Necoclí. Una pegatina, a menudo con la bandera estadounidense, como una burla, es el comprobante de pago.

Antes de que los migrantes siguieran su camino rumbo a Panamá, ya sin el acompañamiento de la fundación, escuché que uno de los guías decía: "Queremos desearles un feliz viaje", lo cual es sádico y vergonzoso.
Los líderes políticos deberían unir esfuerzos y priorizar el desarrollo de la zona del Darién. Lo primero es penetrarla con una vía de peaje y a través de ella, invertir en los centros poblados, para convertirlos en productores, en vez de "piratas del Siglo XXI", desgracia humana.

El desarrollar el Darién, no solo crearía otra zona para el llamado turismo de aventura, sino que detendría, quizá un poco, ese deshumanizante éxodo a través de Centroamérica que, según otro artículo del mismo diario, al llegar a México se convierte en infierno.

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