domingo, 25 de septiembre de 2022

El Archivo DCCLXXVII

El Amor
En este mundo en que habitamos, lleno de vicisitudes, odios y calamidades, el poder del amor es inconmensurable, es tan fuerte que aun "restos mortales" movilizan sentimientos en quienes ni siquiera lograron conocerlos en vida.

Después de ver y escuchar por 10 días en las pantallas expresiones afectivas hacia una dama de 96 años, Isabel II, que por toda su vida amo al prójimo, he llegado a la conclusión que no solo el amor es el mayor haber humano, sino nuestra felicidad.

Y cuando piensas lo fácil que es amar, no se comprende el por qué hay quienes, ofuscadamente, deciden odiar, martirizar, depredar y abusar del prójimo.
¿Será que hay que aprender a amar? Si así fuese, volvemos al tema de la importancia de la educación, de esa educación que comienza en la infancia, en familia, donde nuestros maestros son los propios padres, nutriendo nuestras mentes con gestos, susurros y caricias; arropándonos al dormir y al despertar; ayudándonos a dar los primeros pasos, con la seguridad de que, si caemos, nos levantaran.

El amor no es condicional, no tiene límites, despliega sus alas protectoras al cobijar a todo ser vivo a través del recuerdo.

Amar es ganar, es lograr dar, y quien da recibe con creces, por eso al despertar debemos pedirle a Dios que nos bendiga con la oportunidad de amar, de ayudar a quien se nos cruce en el camino de la vida diaria.

El amor es un vínculo de afecto. Es un valor en las relaciones humanas, nos inspira a hacer el bien, a repudiar el mal.

El concepto del amor es amplio. Significa amistad, cariño, relación, compromiso y causas.
El amor nos impulsa a expresar en gestos y palabras, sentimientos y sueños, el amor es un proyecto de vida, es un bien propio, que compartimos como fruto de nuestro andar por la vida. Con el amor aceptamos el bien de los demás, lo compartimos, lo gozamos mutuamente.

El amor es solidaridad, compasión y cooperación mutua en una comunidad o sociedad. El amor cohesiona, solidifica culturas y favorece la paz y la prosperidad.

El amor es la fuerza que nos impulsa para hacer las cosas bien, ya que hace muy clara la diferencia entre el bien y el mal. En esa medida, se relaciona con la ética y la moral, pues nos induce a actuar bien en nuestra vida con las personas que amamos. Así nos conduce a la paz, la tranquilidad, la plenitud y el bienestar con nosotros mismos.

Como nos relata William Shakespeare, en su inmortal obra "Romeo y Julieta", el amor es un afecto genuino. Es el afecto que una persona manifiesta por otra, capaz de superar cualquier adversidad. Por ejemplo, podemos señalar la amistad entre Athos, Porthos, Aramis y D’Artagnan, en la novela "Los Tres Mosqueteros" de Alejandro Dumas, con su lema: "Todos para uno y uno para todos".
El amor propio implica aceptación, respeto y valoración de los pensamientos positivos que tenemos hacia nosotros mismos, cuidando de nuestra salud; negándonos a hacer algo dañino a nosotros mismos; hacer cosas edificantes para nuestra mente y poner límites al abuso de los demás.

Puede envolver tanto el cariño por familiares y amigos, como la inclinación por cosas, ideas o conceptos.

El amor es incondicional y desinteresado, procura en todo tiempo el bien del otro, como el amor que la Santa Teresa de Calcuta manifestaba por los enfermos, los abandonados y los moribundos por medio de los cuidados y compañía que les prodigaba y le sigue prodigando a través de las hermanas que por amor militan en su Orden.
No existe el "amor imposible" ni el "no correspondido", por lo que me atrevo a incentivar a quienes lo desprecian por razones egoístas, a activarlo, a hacerlo parte de nuestras vidas, ya que no conlleva compromisos, ni condiciones, es un acto que libera, que nutre, que dignifica y nos premia con la felicidad, que es la ambición de todo ser humano.

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