domingo, 9 de mayo de 2021

El Archivo DCCIV


Latinos que Salvan Ciudades
El historiador A. K. Sandoval-Strausz, autor del libro "Barrio América" y director del programa de estudios latinos en la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State) explica a través de una entrevista con la BBC de Londres que "la historia reciente de inmigrantes latinos poblando ciudades que perdían residentes" es una realidad "que se repitió a lo largo de país, desde Nueva York hasta Boston o Milwaukee, permitiendo a diferentes ciudades de Estados Unidos superar pérdidas de población y eludir la decadencia".

Da el ejemplo de "barrios como Oak Cliff, Dallas, y Little Village, Chicago, que, aún separados por más de 1500 kilómetros de carretera, comparten una asombrosa historia en común".

Dice: "A mediados del siglo XX, ambos lugares comenzaron a ser abandonados por sus habitantes anglosajones y recibieron una repentina ola de inmigrantes latinos, que pasaron de ser menos de 3% de su población en 1960 a más de dos tercios (66%) cuatro décadas después, dejando así de enfrentar un panorama sombrío, volviéndose sitios vibrantes de crecientes inversiones, actividad comercial y sociabilidad en sus calles".


Tristemente, la mayoría de estos inmigrantes latinoamericanos dejaban sus países escapando gobiernos autócratas y la falta de apoyo de empresarios retrógrados, quienes al abuzar al trabajador diezman su población, separan familias, pierden fuerzas laborables, en especial, carpinteros, ebanistas, mecánicos, electricistas, fontaneros, albañiles y muchos profesionales, formados en nuestras escuelas técnicas y universidades, debilitando el desarrollo y el bienestar que en todo país desarrollado lo forma la cooperación armoniosa del gobierno, el capital y la fuerza laboral.

Según el historiador Sandoval-Strausz, estos inmigrantes eran especialmente de México, después de Centroamérica y luego de toda América Latina, quienes, al ver barrios abandonados, empezaron a alquilar, a ocupar negocios, escuelas e iglesias vacías, lo que volvió a darle vida a esos barrios abandonados.


La inmigración hispana también generó beneficio para las familias "anglosajonas" que habían vivido y trabajado en estos barrios, pues creó liquidez y plusvalía para sus hogares y negocios, los nuevos inmigrantes, los hispanos, llegaban a tomar sus lugares como lo habían hecho las oleadas de pasados inmigrantes. Fue una importante infusión de valor en barrios y ciudades donde nadie quería invertir, como Oak Cliff y La Villita antes mencionados y barrios semejantes en todas partes de Estados Unidos

Las estadísticas nos dicen que ahora mismo las 25 ciudades más grandes de Estados Unidos tienen un importante y creciente número de latinos, en dos de ellas los latinos son mayoría en su población, nueve tienen más de un tercio (33%), y en 13 son más de la cuarta parte (25%) de su población.


Pues como dice el historiador Sandoval-Strausz, "Lo que más se necesitaba era gente que pudiera venir y cuidar la infraestructura física básica de la ciudad… ya que hispanos son la fuerza laboral esencial de grandes partes de la industria estadounidense, pues trabajan en la construcción de viviendas, el cuidado de niños, servicios de restaurantes, mantenimiento de edificios… Sin estos trabajos, las ciudades simplemente no funcionarían".

Y continúa diciendo que "hubo inmigrantes de otras partes del mundo que también hicieron eso, pero muchos más latinos: tres veces más que asiático-estadounidenses".

En su última sección del libro, dice Sandoval que "Estados Unidos necesita gente desesperadamente. Nuestra tasa de natalidad ha caído por debajo de lo que precisamos para reemplazar a la población". "La ironía es que algunos estadounidenses creen que la inmigración es un problema cuando, de hecho, es la solución".


Nos pone de ejemplo la Ley "Control y Reforma Migratoria" de 1986, que incluía una amnistía para casi 3 millones de migrantes, en su mayoría mexicanos… cuyos salarios subieron 20%, porque una vez que tuvieron estatus legal sus empleadores no pudieron amenazarlos con llamar a "La Migra", y se dijeron: "Bueno, ahora que me voy a quedar y (estoy estable) me voy a comprar una casa y me voy a capacitar y educar más". Si hiciéramos lo mismo con los 11 millones que están pendientes, el efecto sería positivo para todos en Estados Unidos, aunque no para Latinoamérica, especialmente Centroamérica, que se está quedando sin fuerza laboral y profesionales, de los que en Cuba y Venezuela quedan pocos.

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