domingo, 4 de octubre de 2020

El Archivo DCLXXIII

Elecciones; Largas y Costosas

Las contiendas electorales en Estados Unidos son cansadas, no se cómo resisten los candidatos tanto ajetreo y desgaste físico, muchos dirán que es el precio de la democracia, ya que el país es extenso y se requiere de tiempo para hacer presencia y penetrar el mensaje. Esto sería aceptable si estuviésemos en 1800, pero ¿en el Siglo XXI, que se dispone de adelantos maravillosos y variados de comunicación? ¡NO, Gracias!

También son costosas, la danza de millones que se gastan los candidatos en campañas electorales. Es necesario por el bien de la democracia que este "carnaval económico" se regule en cuanto a tiempo y costo.

El sistema actual afecta la bolsa del ciudadano y además desvirtúa el propósito de conocer la opinión del votante, ya que no hay mensaje cibernético que no llegue acompañado de una solicitud de contribución económica, que por lo general comienza por 3 dólares, por lo que son pocos los que contestan, pues al final del mes suman y no hay bolsa que lo aguante, aunque sea descontable de los impuestos de renta en parte.

En la otra esquina están las contribuciones millonarias a las que, según la actual legislación, tiene derecho cualquier ciudadano. Estas servirían mejor propósito si fuesen donadas a nombre del candidato a organizaciones sin fines de lucro, dedicadas a mitigar tanta necesidad social y educativa, ya que no perderían el derecho de acreditarlo a sus impuestos y le darían un propósito social al proceso, manteniendo el altruismo político, ya que en este mundo son pocos los que regalan sin condiciones a su favor.

Hay que reducir esos largos y tediosos meses de mensajes y propaganda, con los cuales pretenden mantener la tensión dentro del electorado, no solo de partidarios, ya que los promotores han infiltrado listas de votantes de uno y otro partido, entre los cuales están los "hackers" de Putin.

No pretendemos eliminar formas y estilo de campañas, lo que sugerimos es acortar el tiempo, digamos un mes para las primarias y dos para las nacionales, con las famosas "convenciones" en medio, con lo cual daríamos un respiro a la ciudadanía de esa invasión de constantes y latosos mensajes diarios.

El proceso electoral, honesto y libre, es sin duda una de los pilares de la democracia, pero hasta la miel empalaga, y es por eso que los países deben aminorar su frecuencia. En Estados Unidos hay elecciones cada dos años para los miembros a la Cámara de Representantes (Diputados), lo cual los alejan de sus obligaciones prioritarias, investigar mejores leyes y regulaciones, ya que el 50% de esos dos años o más, están en campaña.

Estas promiscuas elecciones abren el camino a la reelección, pues quedan endeudados y crean círculos viciosos, eliminan la posibilidad de que lleguen otros ciudadanos con nuevas ideas y fresco espíritu de servicio, debilitando el proceso democrático.

La reelección en los cargos públicos es una aberración, pues es casi imposible divorciarse de los beneficios del poder que otorga un cargo público, al presentarse como candidato a ese mismo cargo por segunda vez y en algunos países, hasta tres y cuatro veces.

Además, las reelecciones son costosas para el estado, los funcionarios, que optan por permanecer en el cargo, descuidan sus obligaciones y se aprovechan del personal y las facilidades asignadas a sus oficinas en las campañas que paga el presupuesto asignado.

Los cargos públicos que dependen de elecciones, no son, ni pueden ser permanentes, por eso es que la democracia demanda justos, libres y honestos procesos electorales, diferenciándolo del entarimado burocrático profesional que aparte de exigir eficacia y honestidad, tienen la garantía de permanencia, siempre y cuando cumplan con su deber.

Y cuando un Presidente se presenta a reelección no solo desestabiliza las obligaciones de su Administración, sino que la politiza, como pudimos ver en el decepcionante y abusivo uso del poder que practicó el Presidente Trump en su desesperado esfuerzo por permanecer en el Poder, al exhibirse de manera vergonzante ante los ojos y oídos del mundo, ignorando las más elementales reglas de un Debate Presidencial, que motivó al Vicepresidente Biden a mandarlo a callar (shut up), como lo hiciese Juan Carlos I de España, el 10 de noviembre de 2007 al difunto Chávez en la XVII Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile, "¿Por qué no te callas?"

Aunque el Presidente Trump ignoraba y hasta se burlaba de los esfuerzos científicos por contener el COVID-19, desde el viernes se encuentra hospitalizado en el "Walter Red Military Medical Center", rogamos a Dios, que nos ama y protege, por su pronta recuperación y la de su esposa

 

 

 

 

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