domingo, 11 de octubre de 2020

El Archivo DCLXXIV


Encíclica Fratelli Tutti
El domingo pasado, se publicó la Encíclica "Fratelli Tutti" (Hermanos Todos) de Papa Francisco, y se trata del futuro de nuestras vidas que últimamente están siendo asediadas por pandemia, populismo, racismo, misoginia, autocracia y, sobretodo, políticos abusivos, que ofrecen falsas esperanzas. Recalca la Encíclica que "todos somos hermanos", tal como dijera ese extraordinario ser humano amante de la paz, San Francisco de Asís, sobre cuyos restos fuera firmada por el Papa.

Es una invitación a la humanidad, a levantarse y tomase de la mano, hombres y mujeres, a construir un mundo más justo, más fraterno en sus relaciones cotidianas, en la política y en las instituciones, insiste que los problemas globales requieren una acción global, se necesita decir ¡No! a la "cultura de los muros".

También nos advierte que en los gobiernos existe el deber de "rehabilitar una sana política que no esté sometida al dictado de las finanzas", ya que "la fragilidad de los sistemas mundiales frente a la pandemia ha evidenciado que no se resuelve con la libertad de mercado".


Sobre la Pandemia señala que " se evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente", y explica que "el dolor, la incertidumbre, el temor y la conciencia de los propios límites que despertó la pandemia, hacen resonar el llamamiento a repensar nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia".

"Ojalá no nos olvidemos de los ancianos que murieron por falta de respiradores, en parte como resultado de sistemas de salud desmantelados año tras año. Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros", añadió.

Todos somos corresponsables en la construcción de una sociedad que sepa incluir, integrar y levantar a los que han caído o están sufriendo. El amor construye puentes y estamos "hechos para el amor". El Papa Francisco sostiene que los derechos no tienen fronteras. Promover la educación para el diálogo con el fin de derrotar al "virus del individualismo radical" y lograr que todos den lo mejor de sí mismos. A partir de la tutela familiar y del respeto por su "misión educativa primaria e imprescindible".


Habla de los Migrantes y exhorta a una gobernanza mundial que piense en proyectos a largo plazo. "Un corazón abierto al mundo entero", con sus "vidas que se desgarran", huyendo de guerras, persecuciones, desastres naturales, traficantes sin escrúpulos, desarraigados de sus comunidades de origen, los migrantes deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados.

Hay que evitar migraciones innecesarias, creando en los países de origen posibilidades concretas de vivir con dignidad.

Y no podía faltar una referencia a la política. De ahí, el popularismo indicado por Francisco, que se contrapone a ese "populismo" que atrae consensos para instrumentalizar al pueblo a su propio servicio y fomentando el egoísmo para aumentar su popularidad.


Entretanto, la mejor política es también la que tutela el trabajo y la mejor ayuda para un pobre, explica el Papa, no sólo dinero, que es un remedio temporal, sino el hecho de permitirle vivir una vida digna a través del trabajo.

La política debe atacar la corrupción, el mal uso del poder, la falta de respeto a las leyes. Una parte de la solución está en el apoyo de los movimientos. De esta manera se puede pasar de una política "hacia" los pobres a una política "con" y "de" los pobres.

Francisco aboga por una "reforma" de las Naciones Unidas… dándole sustancia al concepto de "familia de las naciones" trabajando por el bien común, erradicando la pobreza y protegiendo los derechos humanos.

La paz es un "oficio" que involucra y concierne a todos. Ligado a la paz está el perdón: "amar a todos sin excepción", dice la Encíclica, "pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable". Es más, los que sufren injusticia deben defender sus derechos con firmeza. El perdón no significa impunidad, sino justicia y memoria, porque perdonar no significa olvidar, sino renunciar a la fuerza destructiva del mal y al deseo de venganza.


No hay que olvidar nunca "horrores" como la Shoah, los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki, las persecuciones y las masacres étnicas, exhorta el Papa. Remarca mantener viva la llama de la conciencia colectiva. Es igualmente importante recordar a los buenos, aquellos que han elegido el perdón y la fraternidad.

Condena los actos terroristas, pues no se deben a la religión sino a interpretaciones erróneas de textos religiosos, y a políticas de hambre, pobreza, injusticia y opresión. El terrorismo no debe sostenerse ni con dinero ni con armas, porque es un crimen internacional.

Por último, recordando a los líderes religiosos su papel de "auténticos mediadores" que se dedican a construir la paz, Francisco en nombre de la fraternidad humana, hace un llamamiento para que se adopte el diálogo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento mutuo como método y criterio.

¡Recomiendo leer la Encíclica en su totalidad! (bit.ly/EnciclicaFratelliTutti)

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