domingo, 7 de enero de 2018

El Archivo DXXVII – ¡2018, No Podemos Seguir Destruyéndonos!


Todos nos lamentamos del status quo, algunos también nos preocupamos, creyentes reaccionan orando, pero no estamos tomando el sartén por el mango, uniéndonos en defensa de la humanidad. Deseo enfatizar en la palabra UNIENDONOS, pues es la unión de valores, la unión de voluntades, de líderes mundiales, comunales, empresariales, trabajadores, profesionales, estudiantiles, artistas, religiosos y deportistas. Todos a nivel comunitario estamos obligados a enviar un rotundo BASTA YA a quienes siguen empecinados en destruirnos, ya que sabemos que los criminales no discriminan.

El nefasto "yoquepierdismo" se ha mundializado, no tiene fronteras pues todos creen que la destrucción no los va a alcanzar, como decía el inolvidable empresario cubano Domingo "Mingacho" Méndez Martínez al comienzo del arrasador virus castrista: "yo nunca fui 'batistiano', más aun, ni político, fui siempre un empresario progresista, iba más delante de las conquistas sociales y aquí me ves, en el exilio, presenciando la destrucción de una de las Repúblicas más avanzadas de Latinoamérica, sin que ninguna organización ni nación se preocupe por salvarnos".


Lo más triste de la profecía del amigo Mingacho, es que la destrucción de "La Perla de las Antillas" (Cuba), se expandió y hoy contemplamos a nuestra querida Venezuela, que sigue el curso de un mal llamado "socialismo del siglo XXI", destruyéndose ante el inmutable mundo democrático. Raras excepciones si las hay, que tibiamente condenan el crimen de lesa humanidad con que el gobierno espurio venezolano (y las legiones cubanas que lo tienen invadido) oprimen y silencian al pueblo impunemente.

¿Cuál es la causa toral de la destrucción que presenciamos en el mundo? Me atrevo a decir que es el egocentrismo político, los indispensables, los mercaderes de la política, aquellos que han hecho de la política una aventura bursátil, en vez de un servicio social que todos tenemos obligación de ejercer, ya que se trata de colaborar con los conocimientos que poseemos en la administración de los bienes de todos, el Estado que es público.

Por lo anterior, es que la nefasta reelección en los cargos públicos está en contra de la oportunidad de que nuevas ideas, nuevos programas, sean presentados por ciudadanos que han demostrado en el curso de sus vidas, honestidad y responsabilidad a favor del progreso de sus empresas y profesiones.


No podemos seguir aceptando castas de políticos profesionales, ya que ser político no es una profesión, sino un servicio, servicio público que todos tenemos el derecho y la obligación de prestar a la nación por determinado tiempo, ya que ejercer el poder de un Estado requiere de una constante renovación, pues solo así se eliminan los intereses creados.

Tanto en empresas públicas como privadas existe el indispensable burócrata o empleado, que con preparación, disciplina y honestidad laboral, ponen en práctica las directivas de sus dirigentes, con el objetivo de producir y lograr bienestar común. En las asociaciones públicas o gobiernos, estos dirigentes son electos periódicamente en justas, libres y honestas para gobernar dentro de los principios de su Constitución y Reglamentos, piedra angular de su estabilidad.

El sistema democrático nos ha probado a través de siglos, que la sabia creación de poderes independientes entre sí, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, han logrado cimentar la responsabilidad administrativa dentro de un balance de poderes, cuyo único objetivo es evitar abusos y asegurar la protección de los derechos ciudadanos, donde el cumplimiento de sus leyes es garantía de que sus impuestos, están siendo utilizados con honestidad y en beneficio de la educación, salud y protección ciudadana.


Ningún organismo que represente intereses privados ni públicos, debe permitir la eternización de sus dirigentes, pues se convierten en indispensables y, se crea un anquilosamiento de sus valores, postergando nuevas ideas y permitiendo la concentración del poder que es la causa más común de corrupción. No es posible que responsables empresarios, desconozcan la importancia de contribuir con su valioso tiempo a integrar Directivas, llegando hasta presidirlas por tiempos definidos, sin perjudicar sus actividades privadas, evitando así, clanes que con negociaciones espurias, benefician a grupos que pueden llegar hasta prostituir la economía nacional.

Ese mismo contubernio entre los políticos autoritarios y las dirigencias empresariales y las federaciones laborales, apoyados por organismos religiosos que en nuestros países se aprovechan de la fe de sus pueblos, logran prebendas y mantienen leyes obsoletas en detrimento de los derechos humanos, contrario a las conquistas del mundo desarrollado y democrático.

Todo en la vida es cuestión de medidas, de leyes y reglamentos, si no los ponemos en práctica seguiremos en el festín de la destrucción, sin nunca olvidarnos que la ética y la moral de los pueblos no es negociable.

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