domingo, 3 de diciembre de 2017

El Archivo DXXII – La Comunidad!


La semana pasada una organización comunitaria celebró su 40 aniversario en Managua. El nombre que le dieron sus fundadores, "La Ciudad de Dios", te lleva a una conclusión, una verdad que todas nuestras comunidades son "Ciudades" de Dios, el Creador de nuestro universo, el defensor de nuestra existencia. Les felicitamos.

Debido al individualismo que se ha asentado en nuestras Américas, especialmente en países con gobiernos autoritarios, populistas y corruptos, es indispensable que conozcamos la importancia del concepto "Comunidad".


La comunidad es más que un grupo, integra diversas formas organizativas para atender necesidades vitales, ante las instituciones públicas, ante las organizaciones sociales, privadas, civiles, religiosas y políticas, así como ante las municipalidades, centros de salud, escuelas, mercados, entre otras.

Las comunidades no son estáticas, son dinámicas, busca alternativas comunes y de manera autónoma.


Debido a los problemas del individualismo, algunos autores como el filósofo canadiense Charles M. Taylor, el filósofo estadounidense y profesor de Harvard Michael Sandel y Michael Walzer, neoyorkino y filósofo político, han planteado la necesidad de considerar desde una perspectiva comunitaria, el liberalismo, porque consideran válidos ciertos conceptos liberales, como libertad, igualdad, derechos, justicia distributiva, etc…

Charles M. Taylor recurre a la idea aristotélica del hombre como animal social y político que no puede auto realizarse fuera de una comunidad. Según esta idea, el hombre sólo puede constituirse como sujeto moral dentro de una comunidad en donde existe un lenguaje y en donde los conceptos morales y políticos que usamos, como el de persona, dignidad, autonomía, son logros históricos y culturales.


Un ejemplo de esta tesis lo constituye la interpretación comunitarista del concepto de libertad, que no es algo que podamos conquistar por nosotros mismos, sino que en gran parte es algo que se define a lo largo de nuestras conversaciones con otros y de nuestras actividades en la sociedad.


Para los defensores del comunitarismo, el problema del individualismo es que al distanciar los sujetos los sumerge en la oscuridad. En palabras de Sandel "el individualismo minimiza el peligro de que cuando la política marcha mal surge el desencanto, y olvida la posibilidad de que cuando la política va bien nos demos cuenta de que podemos conocer en común lo que no podemos conocer solos".

El error de las teorías individualistas, incluyendo las igualitarias, consiste en operar como si existiera un criterio único de la distribución. Por su parte el comunitarismo afirma que puede haber varios criterios de distribución.


Norberto Bobbio, filósofo italiano profesor de leyes y Crawford B. Macpherson, profesor canadiense de ciencias políticas, "creen que el modelo que más se adapta al ideal democrático, es el comunitarismo".

Primero, porque la democracia puede verse como un bien social en sí y no simplemente como un instrumento político que permite a los individuos satisfacer sus intereses particulares. Por el énfasis que pone en la existencia de ciertas estructuras sociales previas a cualquier distribución, lo que nos obliga a considerar la importancia de los estudios sobre los grupos sociales, que nos pueden dar un conocimiento de las necesidades de la sociedad, señalando cuáles son los recursos que se deben distribuir y mostrando las posibilidades reales, aquéllas que van hacia la descentralización y la autoadministración.

El modelo comunitario, al plantear la necesidad de tomar en cuenta la existencia de una diversidad de grupos dentro de una sociedad coincide con la visión de la democracia como una estructura piramidal. Macpherson piensa "que puede existir una democracia directa a través de pequeños grupos, como habitantes de un barrio, obreros de una fábrica, asociaciones cívicas". En estos grupos se llevarían a cabo debates directos, se tomarían decisiones por consenso o por mayoría y se elegirían delegados que formarían un consejo en un nivel más amplio, como por ejemplo, un barrio o distrito, contando los delegados con instrucciones de sus electores ,responsabilizándose ante ellos. Así se llegaría a un nivel más alto, creando un consenso nacional.

El comunitarismo permite tener una visión de la democracia como una conquista histórica que debemos conservar y perfeccionar para dar la oportunidad real, como lo afirma Bobbio, "a que más personas participen en la vida política en un país".

Sin duda, con frecuencia creemos que este modelo es ilusorio o utópico, porque creemos que el comunitarismo es algo ajeno a nuestra realidad social. Sin embargo, nos queda la posibilidad de pensar acerca de los valores de la comunidad, lo que Aristóteles pensó de la amistad: "La esencia de la amistad reside en el compartir, en el conversar y en el compenetrarse" y le sumaria "el comprometerse" que es algo que en nuestra cultura no se cultiva.

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