domingo, 12 de mayo de 2024

El Archivo DCCCLXII

La Vida
Vivir, es la oportunidad que tiene el ser humano para amar, para servir, para fraternizar con el prójimo, que no es lo mismo que sobrevivir.

Así de lindo sería nuestro ciclo de vida, si la utilizáramos para cooperar por el bien común, para convivir, aceptando que cada ser goza del libre albedrío para pensar, juzgar y decidir su bienestar, respetando el del prójimo.

Lo anterior es lo que echan por la borda, aquellos que ignoran que la fuerza y el poder, ésta en la convivencia, en la aceptación de la disidencia, pues son esas voces, escritos y marchas, lo que nos dice si estamos en el camino de la verdad y nos protege del virus del egoísmo, sinónimo de la ignorancia.
¿O será que hay seres humanos que no quieren ser felices, admirados y amados? Mis instintos contestan con un rotundo ¡NO! Pero que sí hay seres que creen en el poder del dominio, en el poder del ¡Si Señor! ¡Mande Usted Señor!

Para este servidor, la vida está constituida por objetivos, los cuales comienzan desde que tenemos uso de la razón. En nuestra niñez decimos "cuando yo sea grande", tendré o haré tal o cual cosa. ¡Soñamos y añoramos!

Aun aquellos niños que crecen abandonados y hasta abusados, sueñan con la oportunidad de triunfar en la vida. La mente del ser humano siempre busca su bienestar y aunque para algunos es difícil abandonar el pasado, lo contrarrestan, sirviendo y amando al prójimo.
La vida es de recuerdos, parte de la eternidad de la que tanto escuchamos, lo cual traspasa y une generaciones. Dichosos aquellos que lograron convivir o conocieron abuelos y bisabuelos, ellos y los abuelos de estos, entrelazan la eternidad, ya que somos espíritus envueltos en cuerpos, cuerpos que se convierten en polvo.

Es humano el querer poseer. Se posee queriendo, amando y sirviendo, ya que es un sentimiento espiritual que alimenta las células de nuestro cuerpo, que son en sí, la vida.

La vida es nacer, respirar, desarrollarse, procrear, evolucionar y morir, aunque hay algunos que no evolucionan, ni se desarrollan, se creen omnipotentes, por lo que hacemos memoria de aquel poderoso emperador, Alejandro el Grande, quien pidió que a su muerte, su cuerpo inerme fuese mostrado al pueblo con las manos vacías, ya que no nos llevamos nada. Sólo dejamos recuerdos.
Lamentablemente siempre, en nuestro loco y minúsculo mundo –pues según los científicos, y lo comprobamos con nuestros ojos al ver al cielo, somos menos que la cabeza de un alfiler en el Universo– existen los que, en contra de toda verdad, destruyen vidas y esperanzas, promoviendo pobreza y exigiendo lealtad.

La vida, como la conocemos, es una oportunidad que Dios regala al universo, ya que los científicos no desechan la posibilidad de que existan otros seres en este infinito mar de galaxias, por lo que condenamos la inercia de quienes podrían dar vida a los pueblos oprimidos. Aquí cabe recordar a Alejandro Dumas en sus Mosqueteros de Monsieur d'Artagnan: "Todos para uno y uno para todos". Esta debería ser la actitud de los países democráticos, luchar por el bienestar de los pueblos a vivir en su hábitat. Un planeta diverso para seres diversos en libertad.
Los países del tercer mundo no son un zoológico, son países que necesitan ayuda para mejorar su medio ambiente y así poder sembrar y cosechar alimentos para nutrir su población. Son países que necesitan maestros, no ejércitos; son naciones que necesitan tractores y camiones para construir caminos de penetración, no tanques de guerra; necesitan techos, agua potable y desagües que les proteja su salud; necesitan escuelas, campos de deportes, clínicas y hospitales; doctores para prevenir y erradicar enfermedades como el dengue; necesitan gozar de su sol, sus lunas, ríos, lagos y montañas; de sus tradiciones, costumbres, familiares y amigos; necesitan orar en libertad de acuerdo a sus creencias. Necesitan avionetas o helicópteros ambulancias, no aviones de combate que destruyen. En fin, lo que no necesitan, ni desean, es verse forzados a emigrar a tierras lejanas, donde quizás no sean bienvenidos e incomoden, en otras palabras, necesitan gozar su vida en libertad.

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