domingo, 2 de julio de 2023

El Archivo DCCCXVII

Necesitamos Reconciliación y Justicia
El próximo martes, 4 de julio, los ciudadanos estadounidenses celebramos el 247 aniversario de la declaración de independencia, lo que nos trae a la mente las luchas por los derechos humanos en el mundo. Lamentablemente Estados Unidos tiene problemas en cuanto a sus "relaciones" con Latinoamérica, las cuales han sido, y son aún, muy erráticas. Pero felizmente mantiene un gobierno democrático con lo que contribuye, a través de los años, a la reconciliación y a la justicia en aquellos rincones del mundo donde, intereses bastardos, destruyen esperanzas.

Ante la necesidad de una justa reconciliación en Latinoamérica, donde lo primero que tenemos que desterrar es la impunidad, es necesario que apliquemos justicia, de lo contrario seguiremos, como dice Isabel Allende, con "la desintegración de familias", que es "una política cotidiana" en las fronteras, lo cual, El Archivo considera ser el más destructivo efecto del poder de la impunidad, con el que actúan los "trogloditas" que desgobiernan algunos de los países de América.
Isabel, hija del expresidente chileno Salvador Allende, vive en Sausalito, un enjambre residencial al noroeste del Golden State Bridge de San Francisco, y es una escritora prolífica, su nueva novela, "El Viento Conoce Mi Nombre", está dedicada a la inmigración. Ella nos dice: "es imposible ignorar los factores económicos, sociales y políticos que determinan la vida de los protagonistas". Escribe sobre los muchos casos que vio desde su propia Fundación. "Uno era de una niñita ciega. Me pegó tremendamente. Ella venía con un hermanito de cuatro años. Los separaron de la madre, después separaron a los niños y se demoraron ocho meses en reunificarlos. Se presentaron frente a un juez, los deportó a todos a México y desaparecieron. Nunca más supimos de ella".

Y continúa diciéndonos que le quedó en la cabeza, en el corazón. "Empecé a pensar en cuántas oportunidades anteriores en la humanidad ha sucedido lo mismo. Por supuesto, me acordé del kindertransport (rescate de niños judíos desde la Europa nazi a Reino Unido tras la noche de los cristales rotos, poco antes de la Segunda Guerra Mundial) e hice un arco entre lo que pasó entonces y ahora, donde hay un factor racista".
Luis Pablo Beauregard, de "El País", le preguntó el porqué del título del libro; a lo que respondió: "Porque a los niños les ponen un número en la frontera para que no se pierdan en el sistema. También porque algunos son tan chiquitos que no saben su nombre o hablan maya u otro idioma. La idea de que a los judíos les ponían un número y a los niños aquí les ponen otro. Ahí hay un eco".

"Aprendí del trauma de los niños en la frontera. Una de las cosas es que se callan y no hablan. Otros no comen. Otros se inventan un amigo imaginario y solo le hablan a él o a un animal imaginario. Algunos crean un mundo imaginario donde se encuentran con su mamá, papá o abuelos"

"Ahora preguntan: ¿cómo es posible que vengan si saben que pueden separarlos de sus hijos? Vienen porque están desesperados. Nadie sale de su país y deja todo lo que le es familiar, lo que conoce, incluso el idioma, para aventurarse en otra parte a menos que esté desesperado. La gente sale por extrema violencia o extrema pobreza". El personaje de Leticia en el libro, está basado en una amiga. "Todas las mañanas tomamos un capuchino y paseamos al perro. Ella viene de El Salvador. Vive en una mobile home a 20 minutos de mi casa".
Este es un libro que motiva a nuestras diásporas a buscar la unión, necesaria como un tránsito de emociones negativas a positivas, ya que la reconciliación entre quienes han luchado por la libertad, se entiende como un proceso de restablecimientos de vínculos, que debemos aplicar en búsqueda de la justicia.

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