domingo, 4 de diciembre de 2022

El Archivo DCCLXXXVII

María, Mujer y Madre
Todos los diciembres, festejamos a María, madre de Jesús, a quien amamantó y crió en unión de su cónyuge José. Una joven mujer que tuvo el coraje de viajar muy avanzada su preñez, a lomo y acompañada solo de su esposo por un largo y polvoroso camino desde Nazaret hasta Belén, cuna de David, más de 600 km, a cumplir con los requisitos burocráticos que por siempre parecen haber existido.

Encontraron el pequeño pueblo lleno de gente en esa época, por motivo de la multitud que había llegado para dar cumplimiento al citado decreto, y como consecuencia José y María no pudieron hallar hospedaje, tuvieron que conformarse con las condiciones de un lugar improvisado en el establo. Todo lo que hallamos en las Santas Escrituras del propio nacimiento es lo siguiente: "Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón".
Y la historia dice sencillamente: "Había pastores en la misma región que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!".

La fe de los guardianes obró al unísono y se dieron prisa: "Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Hallaron al Niño en el pesebre, y cerca de Él a su madre y a José y habiendo visto, salieron y testificaron de la verdad al volver con sus rebaños, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto".
Seguidamente, llegaron unos hombres ilustrados a rendir tributo al recién nacido, sacerdotes persas o babilónios, llamados (ma-gu-u-sha) palabra persa que el griego pluralizo como (magus) magos, que significa sacerdotes que estudiaban las estrellas en búsqueda de Dios, según las escrituras.

Había un significado profundo en las emociones anteriores, pero según el evangelista: "María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón."

No es necesario ser o no creyente, pues ella, María, es, a través de más de dos mil años, ejemplo y esperanza de cientos de millones de seres que encuentran en ella, amor, paz y convivencia.
María ha ido creciendo en las mentes de quienes ven en ella a la madre ejemplar, a la mujer amorosa, compasiva, que siempre estuvo presente con entereza, voluntad y humildad, en las alegrías y las luchas, de su esposo y de su hijo, Jesús.

María es el espíritu viviente de alegría, es faro de felicidad, como en las "Purísimas" centroamericanas; el fervor guadalupano de México y Latinoamérica, la devoción de Lourdes, en Francia y de Fátima, en Portugal, de Medjugorje, en España, entre otros más de 30 lugares del planeta, aun en medio de los avatares de un mundo lleno de egoísmo y ambiciones.
María es considerada ejemplo de mujer virtuosa y tiene tanta relevancia en cultos como el Islam, donde el nombre de su hijo Jesús ( ʿIsà عيسى), se le añade casi siempre el laqab o filiación "ibn Maryam"; (بن مريم), esto es, "hijo de María".

¿Quién causa tanta alegría? ¡La concepción de María!

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