domingo, 8 de agosto de 2021

DCCXVII – La Madre Tierra Llora

La Madre Tierra Llora

Su llanto es seco y silencioso, por lo que apelamos a la ciudadanía de nuestras Américas, a unirse y detener la devastación de sus bosques y por ende de sus ríos, lagunas y lagos.

Carlos A. García, polifacético nicaragüense que reside en Toronto, escribió hace unos días una estrofa que debería despertarnos a recordar el ayer:

"Mira el río en su correr,
oye el agua susurrar,
cada instante que has de ver
distinta agua ves pasar"

Ya en ciertos lugares los ríos no susurran, porque están secos, pues no corren como consecuencia, según nos dicen Alejandro Bolaños Davis y Jaime Incer Barquero, apóstoles del "Medio Ambiental de Centroamérica", de una devastación multicausal.

Debemos luchar para que la naturaleza perdure, deseo de todos los seres vivos en un mundo que se enfrenta a la pobreza, la codicia y la falta de educación, donde la indisciplina hacia la limpieza y el yoquepierdismo, la destruyen.

Bolaños dice que la educación debe ser apropiada para reducir cada problema que deteriora la naturaleza, principalmente el de mantenerla limpia, ya que algunos actúan ahogándola en basura y la mayoría hace poco o nada para protegerla.

También recomienda que en cada país se unan y se organicen, los empresarios y los trabajadores, claro que con el apoyo de los gobiernos, para hacer una Campaña sencilla de educación con efecto multiplicador.

La idea es capacitar muchas personas que lleguen a ser agentes de cambio, que con efecto multiplicador lleguen a muchas más, o sea capacitar para formar más capacitadores. Campañas educativas sobre lo que significa mantener limpio el medio ambiente, que es lo que protege a LA NATURALEZA.

Debemos comprometer a todas las capas sociales a involucrarse en la lucha por combatir y eliminar los problemas que causan los desastres, especialmente en nuestro continente, donde ya estamos empecinados en destruir nuestras reservas naturales.

Debemos hacer uso del celular para penetrar los rincones de nuestros países y de esa forma establecer contacto personal y directo con el campesinado, quienes conviven y dependen de la naturaleza, pues en las zonas agrícolas hay pocas computadoras.

Hay que incentivar la creación de grupos en los barrios, especialmente los marginales, motivando la conciencia ciudadana con mensajes sencillos, como el no botar desperdicios en las aceras, calles y drenajes. Sería un paso gigante y solamente requiere de una constante campaña motivadora.

No culpemos a la ignorancia, al desconocimiento, la falla está en la falta de educación, en la necesidad insatisfecha de crear ese ejército de capacitadores, que establezcan contacto directo con el que viaja en autobús, taxi, motocicleta, bicicleta y a pie, para ir conquistando aliados al plan de embellecimiento, de las aceras, calles y carreteras, porque solo así estarán limpios los ríos, lagos y mares, dando un respiro y una esperanza a la naturaleza.

Debemos concientizar al pueblo de que los árboles y la limpieza de nuestro ambiente, significa salud, vida y bienestar. Debemos hacerles sentir la importancia de que nuestros ríos vuelvan a susurrar y alimentar nuestras tierras.

Debemos enamorar a los maestros a que organicen visitas con sus alumnos al campo, que los alumnos se enamoren de los árboles y combatan el uso de leña en sus casas.

Los maestros y profesores deben advertir, con todos los recursos a su alcance, sobre el peligro que significa a la salud el botar basura indiscriminadamente. Las escuelas y universidades, deben de ser un ejemplo de limpieza.

Debemos capacitar tanto a alcaldes, concejales y policías como a diputados y ministros en el problema del calentamiento global, la urgencia de preservar y maximizar nuestros recursos naturales, así como promover en cada país el diseño de políticas y leyes a nivel municipal y nacional a favor de la naturaleza.

Crear premios y reconocimientos a quienes mantengan sus aceras, calles, barrios, escuelas, colegios y universidades limpias, pues de lo contrario, nuestros ríos, dejarán de susurrar.

La madre de los bosques en la India, Saalumarada Thimmakka, plantó 8,000 árboles en unión con su marido, sigamos, aunque sea con solo 80, plantemos y así escucharemos a los ríos susurrar ¡GRACIAS!




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