domingo, 23 de agosto de 2020

El Archivo DCLXVII

¡Elecciones!
En la interesante historia del proceso electoral del mundo democrático, he encontrado que necesitamos hacer cambios radicales para "acercarnos" a lo que debe ser una elección libre, justa y honesta, y no me refiero solamente a las elecciones de los administradores de la "empresa pública" llamada "República", sino a todo género de elecciones, sean estas, sociales y/o gremiales.

Debemos comenzar con establecer que al "elegir" en la empresa República, nos referimos a los administradores de los bienes públicos, dentro de principios establecidos en sus constituciones, leyes y reglamentos, diferente al proceso de las empresas privadas, donde son los propietarios, a veces familia o unos pocos accionistas, los que nombran al Ejecutivo y a su Concejo Directivo, con la misión especifica de obtener ganancias, para lo cual los remuneran de acuerdo a su rendimiento o los retiran por no cumplir con sus expectaciones.


Es importante tomar en consideración que tanto la empresa privada como la pública le conviene analizar e investigar la carrera administrativa, acciones, moralidad, ética y reputación de quienes consideran o proponen como candidatos a dirigir y administrar las empresas y no olvidemos que la República es la más grande de todas. Sin este análisis, perdemos la oportunidad de conocer si los candidatos, tienen o no las cualidades para servir la gran empresa llamada "República".

Podemos entonces deducir que, al concentrarnos en candidatos de solo los partidos políticos, la candidatura es excluyente, queda limitada a los intereses partidarios, ideológicos y/o mercantiles, por lo tanto, es indispensable que los Consejos Electorales, inviten y permitan el ingreso de candidaturas a organizaciones o grupos cívicos, ya que están en juego los intereses de la "República", que pertenece a una polifacética ciudadanía, que es la que paga impuestos.


Para hacer esto posible es necesario limitar la duración de las campañas y su costo, dándoles oportunidad a grupos independientes a presentar candidaturas para elegir a ciudadanos idóneos para las diferentes posiciones de servicio, pues de eso se trata, de servir, no de servirse.

El tema más espinoso de las campañas es su financiamiento, debemos tener en mente que todo lo regalado sale caro, quizás ese ha sido el nudo gordiano del porque no hemos logrado cimentar la democracia en nuestros países, es indispensable buscar una fórmula donde el ciudadano contribuya, de acuerdo a sus posibilidades, a estas fiestas democráticas que son las campañas electorales. Algunos no podrán contribuir con dinero, pero si como voluntarios, es necesario que nos cueste y así evitar las dictaduras, que luego, para salir de ellas, el ciudadano ha tenido que recurrir a las armas y exponer sus vidas, cuando sería más fácil eliminar las dádivas y contribuir a campañas cívicas y derrotarlas en las urnas.


Otro de los problemas es la reelección, por lo tanto, los funcionarios deben ser electos con un término de tiempo, dando así oportunidad a otros conciudadanos que, cumpliendo con los méritos que exigen los cargos, ofrezcan nuevas ideas y proyectos en pro del bienestar común.

En una campaña de reelección es casi imposible que un funcionario público no llegue a utilizar, para su beneficio, esa maquinaria humana burocrática que depende de él y quienes se ven obligados a acompañarles, abandonando sus obligaciones a la "República", por lo que la reelección no es ecuánime, perjudica la independencia y seguridad burocrática de los empleados públicos.


En cuanto al término de tiempo de servicio de los legisladores (Diputados), que en Estados Unidos es dos años, se pasan más tiempo en campañas que en sus quehaceres legislativos, además, como las campañas se hacen cada día más costosas, andan constantemente pidiendo ayuda. Debería haber una enmienda para incrementar sus términos de 2 a 5 años, eso sí, sin reelección, ya que ser legislador, no es carrera profesional, es un servicio público donde necesitamos diversidad, renovación y criterios independientes. En los países con una sola Cámara, el término de servicio podría ser de 6 años sin derecho a reelección ¡y sin suplentes!, un costo innecesario a nuestras escuálidas economías.

En Latinoamérica es prioritario la formación de "Consejos Supremos Electorales”, formado por 5 o 7 distinguidos, honestos y responsables ciudadanos, con una total autonomía administrativa y presupuestaria. No se necesita suplentes, que en nuestros países son "garrapatas burocráticas". ¡Sin consejos electorales independientes nunca tendremos elecciones libres, justas y honestas! ¡No tendremos DEMOCRACIA!

¡Combatamos el TERRORISMO! Contribuyamos a la restauración de la Capilla de la Catedral de Managua.

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