domingo, 16 de agosto de 2020

El Archivo DCLXVI

¡Convivir es Coexistir Comunitariamente!
Doña Nelia T. Castillo, ilustre dama latinoamericana, mexicana de origen y residente de Philadelphia, Pennsylvania, al comentar El Archivo anterior sobre el tema de convivencia con la pandemia, nos dice: "hay que reconocer que, siendo seres humanos, somos entes sociales y por lo tanto el estar aislados nos afecta en forma personal. El no poder convivir y participar en actividades que son tan necesarias para nuestro desarrollo y la comprensión de nuestro ambiente es como un castigo que consideramos injusto, aunque sea necesario para nuestros compañeros, amigos y familia. Pero la vida no nos garantiza una ruta sin desafíos. ¡Nos ajustamos y nos adaptamos para ayudar al bienestar de todos!"

Ciertamente la vida no nos garantiza "una ruta sin desafíos", es por ello que debemos ajustarnos, adaptarnos, dentro de ese espíritu comunitario que demanda nuestra coexistencia, pues no se trata solamente de salir avante durante este periodo que pone a prueba nuestro espíritu humanitario, sino de superar y derrotar el "yoquepierdismo" que ha sido permanente razón de nuestra falta de desarrollo, pues no podemos negar que hemos ignorado la importancia de la convivencia comunitaria, tan necesaria, como dice, Doña Nelia, para "nuestro desarrollo".


Al decir convivencia comunitaria, nos referimos a la importancia de tomar en cuenta, en las luchas cívicas y patrióticas, a toda la población en general, y no solamente de una comunidad, o a uno o dos partidos políticos. Nadie tiene exclusividad, ya que la misma palabra lo define, no se trata de "excluir", sino de incluir a toda la ciudadanía a participar. Todos, sin excepción, estamos obligados a combatir la corrupción, el terrorismo, el nepotismo, la politiquería, los abusos del poder y el absolutismo. La lucha es contra el mal que corroe sin contemplación y para ello necesitamos unión de valores, no de ideologías.

Y ya que mencionamos la plaga del terrorismo, Nicaragua compartió con Líbano, la semana pasada, los titulares en los medios a nivel mundial, debido al terrorismo. En este rincón de las Américas, un "emisario" de los que diariamente "azuzan" el odio a los que luchan por la "libertad de amarnos los unos a los otros" arrojó una bomba destructiva, que, si no mato a cienes de seres, como en Líbano, si calcino una histórica imagen colonial traída de Guatemala a Managua en 1638, cuando Managua no era ni pueblo, ni ciudad, mucho menos capital, sino únicamente era un lugar de paso entre León y Granada, destruyendo además un rincón de oración donde un pueblo impregnado de fe y amor al prójimo solía orar por la paz y el bienestar.


En Líbano dimitió el Gobierno, en cambio, los voceros del gobierno de Nicaragua, ignorando la seriedad del atentado, salieron con argumentos absurdos y teorías ridículas que no solo ofenden, sino que irrespetan la dignidad y la fe de sus conciudadanos; argumentos que han sido rechazados rotundamente por su Eminencia Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de la Diócesis de Managua y la Conferencia Episcopal de Nicaragua, además de otros dignos seguidores de Cristo.

El acto cometido en Nicaragua es un intento de atemorizar a quienes practican y predican el "amor al prójimo" de Jesucristo, cuya imagen, ahora calcinada, sigue en la capilla que esta con la cúpula protectora totalmente quemada, debe de ser condenado, no solo por la Jerarquía Católica, sino por todas las fuerzas vivas de la nación, pues están en la obligación de "convivir" con ese espíritu comunitario para reclamar una investigación internacional exhaustiva y así encontrar la verdad. Además, debemos de contribuir con la restauración de la capilla y de la imagen histórica y venerada, asegurando la preservación de esta joya de convivencia, amor y paz, que representa Jesús crucificado.


Estoy consciente de que no es fácil convencer a los latinoamericanos, que la unión es el meollo de la coexistencia, y que sin la cooperación y la contribución de todos, no podremos restaurar la Capilla de La Sangre de Cristo, símbolo de la ruta a seguir en el futuro de una Nicaragua libre, soberana e independiente, ante la inmundicia de la corrupción y el terrorismo político que nos ha mantenido en la pobreza, material y espiritual, la cual estamos llamados a derrotar. ¡Todo es posible si estamos unidos!

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