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Hoy, recordamos el cumpleaños de mí siempre gran amiga, compañera y madre ejemplar, Doña Chepy López Gallard, que al legarnos unión familiar y comunitaria, es nuestro ejemplo de buena voluntad para servir y amar al prójimo. ¡Gloria a su memoria!
Por eso es que nuestro título nos recuerda que todos podemos encontrar la felicidad, cuando hay buena voluntad. Soy un convencido que a pesar de las aberraciones políticas que todavía están empecinadas en destruir, aun a ellos mismos, hay esperanza de bienestar en nuestros pueblos, pues existen seres que encuentran felicidad en servir y amar. El viernes visite un refugio ambiental a escasos 22.5 kilómetros del centro de la capital de Nicaragua (Managua). Lo simpático de este proyecto es que está basado en el amor. Los esposos (José Antonio Baltodano Cabrera y Sonia Cruz Valle), se enamoraron de un sector de la mini cordillera que esta entre el mar Pacifico y el Lago de Managua, conocida como las Sierritas, que ha sido una zona cafetalera, con algunos atractivos árboles milenarios. Y allí, entre los viejos cafetales, comenzaron a adquirir fincas con la ilusión de crear un bosque privado donde se pudieran reunir con sus amistades. Construyeron unas enramadas indígenas, que eventualmente se transforman en 16 cabañas, un restaurante gourmet y salones para eventos que ofrecen un acogedor clima tropical, ahora, gracias a esa visión de la pareja que ama la naturaleza, en su afán juntan unas 850 hectáreas, o 1200 manzanas, convertidas en el "pulmón" verde que tanto necesita el área. Para ellos un ¡BRAVO!, les recomiendo visitarles, el lugar se llama "El Bajo" y su sitio web es habitarte.com, encontraran ahí la información necesaria.
La semana pasada se conmemoro a nivel mundial el "Día Internacional de la Mujer" y entre los muchos actos y escritos, la publicación digital ZENIT de El Vaticano, se llevó la palma, al recordarnos ese ejército "promotor de la esperanza" que son las religiosas, "quienes enfrentan desafíos globales".
Conversamos, aprovechando la visita desde México a Nicaragua, con Madre Isabel Vargas Huerta, General de la "Congregación de Las Josefinas", una congregación religiosa apostólica de derecho pontificio fundada en México en septiembre de 1872 por el español Padre José Ma. Vilaseca, perteneciente a la Congregación de la Misión y la mexicana Madre Cesárea Ruiz de Esparza y Dávalos, que surgió en un período aciago de la historia de la Iglesia en México, en el que la expulsión de religiosos, confiscación de bienes eclesiásticos, supresión de noviciados, era una faceta de la aplicación de las Leyes de Reforma promulgadas en 1857.
Trabajan en guarderías infantiles, escuelas, casas de ancianos y hospitales, tanto en América (México, Nicaragua, El Salvador, Puerto Rico, Costa Rica, Venezuela, Perú, Estados Unidos) como en Misiones de África, sus esfuerzos en defensa de la "dignidad humana" en los barrios que ellas visitan diariamente, apoyándose económica y presencialmente de las mujeres católicas para trabajar con ellas motivando y promoviendo el voluntariado.
"Nuestro escudo, centrado en el nombre de San José, nos evoca la dignidad del humilde hijo de David; el llamado divino a imitar su sencillez, humildad y celo por la salvación de las almas; nuestro deber de cultivar la vida de gracia en nosotras y en nuestros hermanos, así como la noble tarea de darlo a conocer en todos los misterios de su vida." Nos expresa Madre Isabel.
Es una participación de servicio, no de poder o privilegios, que daría ánimo y estimularía no solo a las Josefinas, sino a todas aquellas religiosas que dedican su vida al prójimo. Justamente, Papa Francisco nos recordó esta semana que: "La esperanza en América Latina tiene un rostro femenino", como habían dicho los obispos de CELAM en Bogotá, Colombia, en 2017.
"Las mujeres, una y otra vez", –observó la embajadora de Perú ante la Santa Sede– "encienden esta fe" y señalando que el 70 por ciento de los ejercicios de solidaridad en el mundo son realizados por mujeres, y cómo las mujeres realmente "dan esperanza". "Poco a poco se está produciendo un viento, que puede convertirse en un gran tsunami… Las hermanas tienen alcance global y redes globales", expresó, aplaudiendo que "abordan las necesidades donde las ven… son responsables y flexibles… no se desvían del curso".
Elogiando esta perseverancia, la Embajadora Axworthy de Alemania subrayó: "Ellas continúan ayudando mientras ven necesidades, lo que a menudo es mucho tiempo". Además, agregó que las hermanas tienen la autoridad moral de cambiar perspectivas y actitudes. "Se confía en ellos más que a las agencias de ayuda… pueden hacer lo que nosotros no podemos hacer".
"Al asociarnos con hermanas religiosas… podemos hacer cambios, tener un impacto y abordar los desafíos globales con los que estamos trabajando". "Vulnerabilidad", observó ella, "viene con resiliencia", señalando que esto podría decirse de las mujeres. "Agradezco a todas las mujeres fuertes, por mostrar que el cambio es posible".
Las mujeres de América Latina tienen la oportunidad de unirse a las religiosas y hacer los cambios que necesitan nuestros países para lograr un desarrollo integral basado en la dignidad y bienestar de sus pueblos.
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