domingo, 30 de julio de 2017

El Archivo DIV– ¡VENEZUELA!

No abandonemos Venezuela, luchemos por ella, ya que es allí, dónde se está librando la batalla definitiva para salvar a nuestra América de los enemigos de las libertades y los derechos humanos que garantiza nuestro histórico sistema democrático.

No busquemos culpables, ya que a unos nos durmieron con cantos de sirenas y a otros nos usaron como tontos útiles, los culpables son aquellos que abusaron de nuestros pueblos a través de la historia y los convirtieron en no creyentes del sistema de gobierno republicano-democrático, nunca se preocuparon por su educación, salud y mucho menos respetaron sus derechos políticos y/o sociales, exponiéndoles a ser pasto de los populistas corruptos, que a través de los años reforzaron al ejercito de empresarios oportunistas y mafiosos.

Por generaciones hemos sido testigos del "holocausto" político que se ha venido perpetrando en nuestras Américas, a nombre de una falsa querella de líderes y caudillos, ni cívicos, ni políticos, sino con la mentalidad y ambición de piratas, cuyas sangrientas luchas, no ondulaban las banderas de nuestros héroes demócratas, sino la de oportunistas del momento.

Han fallado los empresarios, los sindicalistas, los profesionales, los religiosos, los educadores y los militares, en fin ha fallado la élite de nuestras Américas, se ha dedicado a protegerse y engrandecerse olvidándose totalmente de que, sin un pueblo educado, saludable, con justicia y con esperanzas, nunca lograran sacar a nuestra América Latina de la ignorancia y la pobreza.

Por más de dos décadas tuve el placer de convivir entre venezolanos, comencé como secretario privado del Cónsul General de Venezuela en San Francisco, Dr. Carlos Febres Cordero, suegro del coronel Áreas Morales, jefe de la Casa Militar del presidente Rómulo Gallegos, un demócrata que honra las democracias de las Américas por su honestidad y responsabilidad cívica. En esas décadas residí cerca de seis años, al albor del régimen de un dictador, el general Marcos Pérez Jiménez, que se dedicó a transformar al país con obras materiales, abandonando el bienestar político de su pueblo en manos de políticos ambiciosos y corruptos. Él me lo admitió en una plática que tuvimos en Beverly Hills, ya en su exilio.

Por lo anterior es que sigo martillando con el caso de la Venezuela de hoy, ya que ni la Venezuela de los Rómulo (Gallegos y Betancourt), ni la del General Pérez Jiménez, tienen comparación alguna. No puedo hablar sobre los gobiernos demócratas pre Chávez, que fueron los que no lograron controlar la corrupción, dándole la oportunidad al Castrismo de intervenir en la política de uno de los países económicamente más fuertes de América del Sur, desde el cual usarían la riqueza petrolera para comprar voluntades y expandir la corrupción, la pobreza y control de los derechos humanos.

Puedo traer como apropiadas al presente las palabras de Rubén Darío, que a la edad de 16 años, exclama en su poema "Oda a Bolívar": "El pueblo heroico y grande / que se levanta altivo y soberano"… "El pueblo que encendida / el alma lleva siempre agitada / con un fuego de vida"… "El pueblo que pregona derecho y libertad"… "el suelo que agitado / sus internas regiones / mantiene en gigantescas convulsiones"…

Y para citar a Darío, quien mejor que Héctor Darío Pastora quien se expresa de esta manera: "nada más elocuente y propicio que presentarle al bravo pueblo de Venezuela, nuestra conmocionada y sentida solidaridad con su lucha por la libertad y los derechos humanos, invocando las estrofas mesiánicas de Darío: 'pero, maldito sea / quien al pueblo mostrando falsa egida / lo empuja a la pelea y le arranca la vida / en medio de la lucha fratricida'… 'si, mil veces maldito / quien turbando la paz de un pueblo honrado, / lanza de guerra el grito, / y le quita el arado / para darle un puñal ensangrentado'"

"La Nicaragua de Rubén Darío, los demócratas dentro y fuera de la Patria, que somos víctimas del comunismo internacional, los que hemos vivido el infierno de la anarquía y demagogia de los 'libertadores de los pueblos' y que hemos optado por una segunda nacionalidad, repercute en nuestras almas de cristianos la tiranía y el martirologio que vive la Patria de Bolívar. Todo lo Maduro y Cía, se pudre y muere. Y la Oda también está llena de triunfo, el bardo clama: 'La libertad hermosa / en el cielo radiante se presenta / con mirada ardorosa; / la oscuridad ahuyenta y el siniestro rugir de la tormenta'.

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