martes, 11 de abril de 2017

Edición especial de Semana Santa, Las Gemas de la Semana Santa

Como edición especia de Semana Santa les dejo este bello escrito de mi querida sobrina, Josefina Haydée Argüello, publicado en en la sección de Opinión del diario nicaragüense "La Prensa" el día de ayer 10 de abril, basándose en el epílogo "Piedras preciosas" del ensayo sobre la Semana Santa en nuestra amada ciudad de León de el poeta Juan de Dios.

Juan de Dios Vanegas (1873-1964), poeta leonés, maestro y ex rector de la UNAN, le asignó una piedra preciosa con su color a cada día de la Semana Santa.

El Domingo de Ramos es verde como la esmeralda porque se lo imponen las palmas.

La palma es la onda en el movimiento del pase del Rey, el de la mirada profunda entre las mujeres hermosas, los niños alegres, los hombres entusiasmados. En medio resuena la banda musical.

El señor del triunfo va en su borrica sobre la calle Real, pasando por la casa de Darío de donde pendía una granada dorada que se abría, haciendo llover sus versos, sobre alfombras de aserrín pintadas de rojo, amarillo y mora. Sobresalía el perfume del corozo y los plátanos y el papel de china cortado laboriosamente balanceándose sobre los aleros de las casas.

En el parque de Jerez llovía el confeti desde los balcones de la casa Prío.

"Una mañana esmeralda y oro, de luz y de palmas", nos decía, Juan de Dios Vanegas.

El Lunes Santo es negro como el ónix. En la Iglesia de San Francisco entre los cirios, resplandece San Benito, un moreno de labios rojos, que está arrodillado contemplando al Cristo Redentor. "¡Santo lleno de prodigio!"

Venerado por sus fieles en los días de catástrofes, pestes y guerras. Es el Santo popular de la ciudad. "Con su varita mágica hace brotar la maravilla y el prodigio".

Los penitentes desfilan en la procesión vestidos de luces con batas de linos blancos, llevando velas negras encendidas. La orquesta con los pitos y el tambor acompañan al compás de los nativos, entre refrescos de chicha y horchata.

El Santo se viste de cordones con ojos, piernas, brazos, un enfermo en una cama, según las aflicciones y necesidades.

El Martes Santo es amarillo como el topacio. Semeja lágrimas de dolor, que cuando penetra la luz, llegan al corazón. Es dedicado a San Pedro por su falta.

El ¡gallo canta!, "llora San Pedro, dicen todos".

"Herido nos dice Vanegas por su falta de valor, de energía; porque su ser físico no estaba en armonía con su ser moral".

El Miércoles Santo es azul como la turquesa. Como el cielo, el mar, la bandera azul y blanco de nuestra patria. Las campanas suenan jubilosas en la iglesia San Sebastián. Santo de belleza clásica, traído del Ecuador por doña Joaquina Arechavala.

La procesión es bélica "donde el espíritu militar de su fundador, el coronel Arechavala se mantuvo por largo tiempo". Sintetiza la defensa de la patria.

"¡Quiera el cielo hacer del Santo un centinela a nuestra bandera blanca y azul, […] !" (Vanegas).

El Jueves Santo es blanco como el ágata. Este día es eucarístico, como el Espíritu Santo. Se entra en la pasión de Cristo y la ciudad se calla. En las calles nadie corre, nadie escupe, todos ayunan. El Sacramento está expuesto en Catedral.

En los campanarios había pendiendo un muñeco con la lengua de fuera. Era la imagen de Judas que ‒en los días pasados a la guerra de Walter‒, según Vanegas, le colgaban un poema:

Yo soy Judas Iscariote,
aquel que vendió al Señor,
¡cuántos me estarán mirando
que son peores que yo!

En la procesión de Lignum Crucis sale el obispo con la mitra episcopal y el báculo sobresaliendo adelante del clero. El ambiente es de "misticismo y santidad".

Las matracas en las torres dan al viento sus notas secas y duras.

El Viernes Santo es como el rubí. El rojo simboliza las lágrimas de sangre derramadas por el Señor.

Suenan los viacrucis. El de la Ermita de Dolores, el de Guadalupe, el de Sutiaba, el del Laborío, el de Zaragoza y el mayor que va de San Francisco hacia el Calvario.

En la Catedral, por la tarde, sale la procesión del Santo Entierro con el Cristo ya yacente.

El Sábado de Gloria, es como el diamante, es el día de la Resurrección.

"Jesús, radioso, sonriente, triunfante, bendiciendo a todos, como el sol" (Vanegas).

El hombre no es feliz porque no quiere, dijo el poeta. Basta con nuestros recuerdo. Preservemos esta tradición viva y pura para el bien de la comunidad.

La autor es Master en Literatura Española

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