Un amigo nos envió el artículo de Stella Calloni, escritora y periodista argentina, publicado en "La Jornada" de México, el 14 de este mes, sobre la obra literaria de Eduardo Galeano, escritor prolífico Uruguayo y en especial sobre su "Venas abiertas de América Latina", donde nos cita:
"Yo creo que ese libro es un disparate que proviene de la imaginación colectiva. Muchos de los relatos los recogí en los caminos que anduve por América, y otros son producto de la imaginación. Pero tanto en un caso como en el otro, yo creo que lo que el libro expresa es una porfiada fe del autor en un hecho humano fundamental, que es el derecho de soñar y que no está en la Carta de las Naciones Unidas de 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Hay tantos derechos, pero entre ellos no figura el derecho de soñar, que es un derecho fundamental, sin el cual la pobre esperanza se moriría de hambre. Si el sueño no nos permitiera anticipar un mundo diferente, si la fantasía no hiciera posible esta capacidad un poco milagrosa que el bicho humano tiene de clavar los ojos más allá de la infamia, ¿qué podríamos creer?, ¿qué podríamos esperar?, ¿qué podríamos amar? Porque, en el fondo, uno ama al mundo a partir de la certeza de que este mundo, triste mundo convertido a veces en campo de concentración, contiene otro mundo posible. Ese mundo posible que hoy estamos viendo asomar" en América Latina –añade Stella–.
Stella, tomó sus palabras andantes: "Siento que somos gotas de alguno de los tantos ríos que sobreviven a la constante destrucción de la mano del hombre, que insiste en destruir el paraíso donde puede vivir. Somos como un viento que no muere cuando la vida se acaba. Y por eso no creo en otra inmortalidad más que esa, porque estoy seguro que uno sobrevive en la memoria".
Con tanta desigualdad, miseria mental y burrocracia, soñar es no solo un derecho, sino un mandato. Soñar es algo que no nos pueden quitar. Así que soñemos, lo que es lo mismo que desear.
Comencemos uniendo nuestros sueños, que en si son anhelos. Todos soñamos con ver a nuestra niñez, saludable, bien alimentada, recibiendo educación gratuita de maestros responsables y bien remunerados, en aulas amplias y limpias, con campos de juego, clínica médica y con jornadas de por lo menos 7 horas diarias. Un sueño que podemos hacer realidad, si unimos voluntades y demandamos con patriotismo, a que se incremente en un 50 por ciento el presupuesto del sistema escolar para comenzar.
Sigamos la cruzada soñadora, promoviendo que cada escuela tenga su Clínica a cargo de por lo menos un Profesional de la ciencia médica, asegurándonos que todo escolar este protegido con todas sus vacunas preventivas y se vigile su nutrición y salud constantemente.
El próximo paso sería soñar con un sistema alimenticio en el que se involucran los padres de familias, cooperando por turnos en las cocinas escolares, donde los niños reciban dos tiempos de comida sana y nutritiva, paso que como leí en un diario, atrae a los niños a la escuela y en el cual puede colaborar organizaciones sociales, como American-Nicaraguan Foundation, entre otras, proveyendo el equipo culinario y dejando al ámbito local, los ingredientes alimenticios.
Sigamos soñando con la expansión de hospitales privados a las cabeceras departamentales, ya que los públicos dejan mucho que desear.
Nunca dejemos de soñar con hacer realidad los dos grandes arterias de comunicación vial centroamericana, tales como la vía férrea y la Autopista de Peaje con sus ramales a los puertos del Caribe y Pacifico de Centroamérica.
Soñar es desear. Los sueños motivan y nos colocan en el primer peldaño, del a veces penoso, pero siempre idílico esfuerzo por alcanzar felicidad y bienestar, lo cual se logra con persistencia, dignidad, honradez y ética.
Uno de nuestros grandes problemas es que en nuestros países padecemos de apatía y yoquepierdismo, que sumado al virus de la corrupción, atrofian hasta los sueños.
Monseñor Silvio Fonseca-Martínez, Vicario pastoral de la Familia, Vida e Infancia de la Arquidiócesis de Managua, Nicaragua, concedió una entrevista al Noticiero El Despertar, donde con arrojo defiende el sueño de la familia en unidad y amor, que estos llamados gobiernos populistas quieren destruir con leyes espurias que invaden "la privacidad de la familia… que se adjudican todo el poder para entrar en el lecho de los esposos… tomar decisiones en conflictos familiares propios de la intimidad familiar… robando los más elementales derechos humanos, la moral cristiana" y, por sobretodo, sus sueños.
Monseñor, humanista, teólogo y doctor en teología moral, nos recuerda el más importante de nuestros sueños. "la fuerza del pueblo, la fuerza de la conciencia… el amor a la familia" que "no se va a dejar invadir su privacidad" y mucho menos a claudicar en su derecho y obligación de guiar a sus hijos, dentro de la unión familiar, a su felicidad.
Monseñor soñaba la creación de un Instituto que ofreciera la oportunidad de formar técnicos especializados, así aportar al futuro soñado de la juventud y a la construcción de una Nicaragua soñada, y nació en 1999 el "Instituto Técnico Especializado Juan Pablo II" fundado por su soñador.
Nunca olvidemos que "Para construir un sueño, hay que desvelarse mucho" ya que "Con sueños se construye un buen futuro" (Anónimos) "El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad" Víctor Hugo (1802-1885). Y, "El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños" Eleanor Roosevelt (1824-1962).
Hasta El Archivo del próximo 26 de abril del 2015, ¡soñando por un mundo mejor!
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