Alejandro José Gallard Prio
Lo que alarma, es como hemos permitido que esos "boom boxes" con sus incontrolables "decibelios" destruyan la dulzura y belleza del arte musical.
El dolor de cabeza es uno de ellos, además de taquicardias, agitación en la respiración y parpadeos acelerados. También los músculos se pueden poner tensos y una persona se expone durante mucho tiempo a más de 85 decibelios puede incluso correr riesgos cardiovasculares. También es posible que se registren incrementos de los niveles de colesterol, triglicéridos y glucosa en la sangre.
El pasado Sábado asistí a la Recepción de una Boda en el Hotel Intercontinental Metrocentro de Managua, Nicaragua, que era modelo de organización, decoración, atenciones, abundancia de bebidas y tapas y por supuesto los invitados demostraban alegría de compartir ese ambiente de amistad y afecto familiar, pero la perfección es difícil, cuando comenzó el ruido de lo que llaman ahora, Conjunto Musical, toda aquella armonía y belleza, en especial el poder conversar en aquel bello ambiente, se vino abajo, ya que como decía, un filósofo leones, todo en la vida, es cuestión de medida.
Para regular esa medida y poder recobrar el placer de platicar en los convivios, sugerimos que los Hoteles y Salas de Reuniones, adquieran un aparato que mide los ruidos, como el "Digital Sound Level Meter" el cual se puede ver en www.exair.com. Lo importante es saber con certeza los decibelios en los Salones de Fiestas, ya que con ello, protegen la salud de sus huéspedes y la calidad de servicio. Lo ideal sería que antes de la fiesta, inviten al Conjunto u Orquesta a ensayar en el Salón, con el fin de regular la amplificación.
Un médico internista nicaragüense, a quien consultamos sobre los daños que causa el ruido, Dr. Enrique Sánchez Delgado, recomendó entrar en el Web de la Organización Mundial de la Salud, que el pasado viernes 27 de febrero, se pronunció sobre el tema, de lo cual extractamos: "Un mil cien millones de seres humanos, entre las edades de 18 a 35 años, se exponen a daños irreparables debido al alto nivel de sonidos en los clubs nocturnos, bares y otros lugares de esparcimiento, recomendando bajar el volumen. El estudio también recomienda usar tacos en los oídos y de ser posible, cobertores de los oídos para cancelar la bulla, ya que sonidos que sobrepasan los 100 decibelios, son dañinos al sobrepasar 15 minutos".
Y si tenemos que ponernos tacos ¿Cómo vamos a conversar en los eventos con amigos y familiares? Quizás los Hoteles y Centros para Eventos, podrían convencer a los conjuntos y orquestas que aminoren el volumen de sus "Boom Boxes".
Es tan eficiente la tortura del ruido, que cuando Noriega, el Presidente panameño se refugió en la Nunciatura Apostólica, a la cual era imposible penetrar para apresarlo, rodearon el Edificio de Parlantes y le bombardearon con estridentes sonidos, que obligó al corrupto dictador a salirse. El mismo sitio hizo el Gobierno de Perú en contra de Fujimori que estaba refugiado en la Embajada Japonesa en Lima.
Aparte del fastidioso ruido que ciertos conjuntos modernos producen, han eliminado de sus repertorios las melodías. Atrofian nuestros oídos con cacofonías para que la nueva generación brinque, salte frenéticamente, cada uno por su lado, sin otro modo de comunicarse.
La música que endulzaba nuestros oídos con melodías que nos transportaba en armonía, a soñar despiertos, enamorados del amor, la ignoran.
Los conjuntos de hoy, hay echado al olvido, las melodías de Lara, Lecuona, Manzanero, así como al inolvidable repertorio cantado por Sinatra. Que agradable sería escuchar y bailar al son de un Bolero, la Salsa del Príncipe Musical, Luis Enrique, el rítmico Bossa Nova, el Merengue, la Bachata, el Chachachá, el Mambo, el Danzón, la Rumba, la Cumbia. Que simpático sería bailar Tango, Blues y la música Dixie del viejo New Orleans y para soñar, un romántico Valse Vienes. Hay tantos ritmos olvidados y desconocidos por nuestra juventud, que estamos en deuda con ellos, los Conjuntos están en la obligación de obsequiarnos bellos y melodiosos ritmos que ofrecen alegría, armonía y romance. La música atrae turismo, el ruido los aleja!
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