Alejandro José Gallard-Prio.
Creyente o no creyente, no se puede ser indiferente, al ver millones de seres humanos sobrepasar toda expectativa, asistiendo a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en Río de Janeiro, que en realidad fueron varios Congresos. Entendemos el poder de convocatoria de la Iglesia Católica, la única Institución que lo puede lograr en el mundo occidental. Una vez más se unen los valores espirituales del turismo, para demostrar al mundo la importancia del acercamiento humano, que gracias al avance tecnológico del transporte aéreo, la ciencia didáctica y de imágenes, es cada día más fácil de lograr.
Gracias a esos Congresos o Reuniones, así como a la entrevista que le hicieran los periodistas en el vuelo de regreso a Roma, logramos, a través de la TV e Internet, ver y escuchar al Padre Jorge Mario Bergoglio –como le gusta identificarse-, convertirse en Líder del Catolicismo, con su "revolución de la ternura".
Un Líder, que con su experiencia de convivir con la ciudadanía en sus años de labor espiritual, está dispuesto a renovar la Iglesia con firmeza hasta hacer desplomar las "estructuras caducas", que según él, han dejado de ser útiles para la evangelización y "misionariedad" de la Iglesia.
Nos dice, que no es "una época de cambios", sino un "cambio de época" recalcando que estamos muy atrasados. Se dirige a los Obispos y curas, como sus pares y les hace un llamado, donde enfatiza la necesidad de trabajar con los laicos, e incluye a las mujeres, de quienes se expresa con admiración y respeto. Nos invita a ser partícipes de la labor de acercamiento de las parroquias hacia sus fieles y reclama, diciendo: "Creo que estamos muy atrasados en esto", ya que "aquí están en juego actitudes" siendo necesaria, "una reforma de vida".
Interpretando lo anterior, queda claro que el problema no es de fe, pues nuestras comunidades iberoamericanas SON creyentes, esto nos lleva a sus representantes, los CURAS, más específicamente los PARROCOS, quienes, en demasiados casos, están solos y los vemos, como decían nuestros sabios ancianos, "celebrar la misa, repicar las campanas, recoger las escasas limosnas, barrer el templo y socorrer a los necesitados", lo cual es casi imposible, son seres humanos que necesitan un poco de vida propia, descansar, alimentarse y socializar, por lo anterior, es que doy valor a las opiniones que he recibido y escuchado, como la de doña Pilar Abengoa Long, que nos dice: "los evangélicos están ganando la batalla de la proximidad y la de la pertenencia social. En las iglesias evangélicas, el pastor es el vecino, vive en el barrio, comparte su suerte, es uno más".
Otro lector amigo, el Doctor Sergio Zeledón Blandón, nos recuerda que: "las sociedades de hoy" son "globalizadas" y bien "informadas" por lo que esa tónica de "autocrítica", de que "han estado equivocados" y que deben compartir" como servidores que son, el control del poder con la membresía, compuesta de hombres y mujeres". Es el camino a seguir, lo que me trae a la mente, la falta de DIACONOS en nuestras Parroquias, lo que vendría a ayudar esa proximidad y pertenencia social de que habla doña Pilar, ya que por lo general, estos son hombres y por qué no, mujeres, respetadas y conocidas en sus comunidades, que vendrían a llenar ese vacío de acercamiento, que le daría al párroco, el espacio espiritual que requiere.
Papa Francisco, quien se identifica como "cura de la calle", insiste en que los cristianos tienen que vivir en el "hoy" y en que "toda proyección utópica (hacia el futuro) o restauracionista (hacia el pasado) no es de buen espíritu y advierte que "la Iglesia es institución, pero cuando se erige en 'centro' se 'funcionaliza', debilita su necesidad de ser misionera" y, "de Servidora, se convierte en Controladora".
Al final exhorta a los obispos a ser "pastores cercanos a la gente, padres y hermanos con mucha mansedumbre, pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida".
Esta jornada, donde millones demostraron que podemos convivir en paz, de que la actividad del goce del ocio (TURISMO) es el mejor vehículo para el entendimiento humano, nos motiva a seguir en nuestra misión de promover mejores medios de transporte, para que nuestros pueblos se conozcan y sean partícipes de esa energía y positivismo mental que solo los viajes producen.
Ahora, permítanse brindarles las experiencias de Brenda Orozco, una jóven nicaragüense que estuvo en Rio:
"La JMJ se puede vivir como peregrino o como voluntario. Los peregrinos viajan en grupos casi siempre, se alejan de su vida normal, buscan a Dios en la sencillez, desprendiéndose de comodidades y gustos. El voluntario también es peregrino, la diferencia es que se viaja solo y con la disposición de servir a los demás peregrinos y a la organización de la JMJ para que todas las actividades se realicen con éxito y en orden".
"Fui a la JMJ de Madrid como peregrina, en el 2011, y esta vez fui de voluntaria a Rio. Fue toda una aventura, desde los problemas hasta las alegrías, pero no me puedo quejar, aprendí muchas cosas y puedo decir que me hizo crecer en muchos sentidos y Dios estuvo siempre conmigo; descubrí que al final todo el esfuerzo valía la pena. Pude compartir con millones de jóvenes de diferentes culturas y lenguas un mismo sentimiento, búsqueda y llamado; pude servir a Dios mediante el servicio brindado al Papa y a los peregrinos. Pude aprender un poco de portugués, conocer la bella ciudad de Rio de Janeiro, una ciudad acogedora, viva y accesible (es más fácil para una persona en silla de ruedas ir al Cristo del monte de Corcovado que al cine de Managua), donde la mayoría de las personas siempre andan con una sonrisa y dispuesta a ayudar. Viví muchas experiencias, pero la más importante fue la cercanía con el papa porque el simple hecho de estar a unos metros de él y escuchar las palabras que dirigió a nosotros, los jóvenes, no tuvo precio."
Gracias por leernos y envíenos opiniones y sugerencias, pues queremos ser vuestros voceros. Hasta el próximo ARCHIVO CCLXXI, el domingo 11 de Agosto.
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