Alejandro José Gallard-Prio - 28 de Julio del 2013.
La semana pasada, al final de mi visita anual al noreste de los Estados Unidos, hice un recorrido por automóviles, taxis, por trenes locales, interestatales y regionales, por varias ciudades y pueblos de los Estados de New York y Pennsylvania, y me convencí de la importancia que tiene el transporte terrestre para el turismo y que sin ello, Centroamérica nunca podrá aspirar a ser un destino importante en este cada día más competitivo negocio.
La razón es muy sencilla, el transporte aéreo entre los Estados Centroamericanos es muy costoso, y lo seguirá siendo, por los gastos operativos, debido a lo corto de sus vuelos y el incremento imparable de los impuestos de los aeropuertos que ya son altos.
Pero, si el Istmo une esfuerzos, convierte sus obsoletas carreteras en autopistas de peaje, y construye una línea férrea para trenes de velocidad, el futuro cambiaría, ya que el transporte terrestre acomoda a todos los bolsillos y en distancias, relativamente cortas, entre las ciudades principales de las Repúblicas que forman la marca CENTROAMERICA, podría convertirse en algo realmente atractivo para ese viajero que busca variedad, precios y facilidades de acceso.
Del otro lado de la moneda, la industria aérea, que cada día mejora sus equipos en búsqueda de como transportar cómoda y económicamente pasajeros entre los continentes, es la que nos puede proveer ese flujo a "hubs" centroamericanos, donde puedan escoger entre dos y tres países, siempre y cuando se les ofrezcan facilidades de transporte cómodo, rápido y económico, eliminando, por supuesto esa ridícula y obsoleta burocracia fronteriza.
Solo imagínense ustedes, lo que sería viajar a través de los Estados Unidos de América, con todas nuestras exigencias fronterizas, donde últimamente quieren hasta saber si el viajero, sufrió resfrió o diarrea antes de llegar y cuando es por aéreo, hasta que asiento ocupó en el avión, por supuesto que sería un caos y estarían acompañándonos como Estados en vías de desarrollo.
En ese inmenso territorio de la Unión Americana, lo único que uno ve, si es que viaja por tierra, son unos pequeños rótulos que dicen, Bienvenidos a tal o cual Estado. Hay destinos como New York, que tienen sus aeropuertos internacionales en dos Estados (New York y New Jersey). Es importante que sepamos que todos los Estados de la unión americana, tienen sus propias leyes, impuestos y gobiernos que compiten en el comercio internacional, así como en turismo, negocios e inversiones.
Los viajes son tan importantes que la Iglesia Católica, pionera en luchas sociales, instituyó que la Misa del sábado por la tarde, como parte de la dominical, que es de obligación, promoviendo así, el goce del ocio para que la clase trabajadora pueda disponer de todo el domingo en sus excursiones familiares.
Me comentaba un psiquiatra en Nueva Orleans, que allá por la década de los 50, siglo pasado, para él, hacerse pasar por pasajero, era su mejor práctica profesional, ya que en aquellos tiempos, viajar no era muy común. El costo era elevado y por lo general uno se encontraba en los aeropuertos, personajes de los negocios, arte cinematográfica y/o política, quienes hablaban con más soltura, ya que se sentían entre pares de seres privilegiados.
Ahora la gente es huraña, pero, no deja de ser aleccionador, ver esa diversidad de seres humanos en los viajes, ya que la imaginación nos hace ver en las expresiones faciales de cada uno de ellos, sus alegrías y/o tristezas.
La sofisticación de la industria de viajes, ha dejado atrás los valores y la sensibilidad humana. La humanidad, sin importar su condición social, es afectiva, tribal y aprecia el servicio y es en esos valores y sensibilidad en los que servidores turísticos están fallando.
El domingo 21, comencé un fin de semana agitado, ya que tenía mucho por hacer antes de llegar al aeropuerto (La Guardia) de New York, para el vuelo a Managua, con escala en Miami, ya que Nicaragua, adolece de vuelos directos de ciudades productoras de turistas, que reducirían por la mitad las horas de viaje o sea de 10 a 6.
Pues bien, lo interesante de este viaje, es que decidimos replicar lo que un turista común y corriente haría si su destino fuese Granada, una ciudad que está a una hora de Managua, Nicaragua, así que al llegar al aeropuerto Internacional, tomamos un Taxi que nos llevó al veterano Hotel Alhambra, cuyos propietarios son la familia Pasos Lacayo, pionera de la industria hotelera granadina, y cuyo administrador es nuestro amigo Juan, promotor por excelencia e hijo dilecto de esa ciudad colonial.
Digo interesante, ya que tuvimos la experiencia, que nos permite analizar lo que siente y ve el visitante, al viajar de una ciudad como New York. Estuvimos tres noches y sus días, los que aprovechamos al máximo, incluso, utilizamos los coches halados por caballo para pasear por la ciudad, conversando con una diversidad de granadinos, todos simpáticos. Tiene hoteles y restaurantes que son su mejor atractivo. El calor fatiga, pero las noches son agradables. El gran problema es la falta de cooperación del gobierno municipal, pues sus calles y aceras necesitan de urgente reparación y mantenimiento. Granada es una ciudad que invita a caminar, pero el peligro de accidentarse es inminente. Hay un hoyo propiamente frente al Hotel Colonial, que da vergüenza. La ausencia de Policías es abrumante a menos que anden disfrazados de mochileros y necesitan higienizar y mantener limpio por lo menos unas 15 manzanas aledañas al Parque Central, incluso este deja mucho que desear.
Gracias por leernos y envíenos opiniones y sugerencias, pues queremos ser vuestros voceros. Hasta el próximo ARCHIVO, el domingo 4 de Agosto.
Video de Cartagena, Colombia.
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