domingo, 19 de febrero de 2023

El Archivo DCCXCVIII

¡Un Jueves de Alegrías y Tristeza!
Mis años en este mundo de sorpresas me ha enseñado que nada es imposible, y que lo posible llega sin uniformidad, pues lo que para algunos trae alegrías, para otros trae tristezas. La vida no la poseemos, ella nos posee a nosotros.

Todos tenemos que aceptar que en cada cabeza hay un mundo, por lo que no vendré aquí a juzgar los motivos que tuvo la pareja presidencial nicaragüense para liberar, de sus mazmorras y confinamientos, a los ahora 221 conciudadanos, ya que uno, y muy importante por ser un predicador del amor al prójimo, Monseñor Álvarez, obispo de Matagalpa, decidió rehusar subir al avión que lo llevaría a la libertad. Y los "mandamás", ofendidos quizás, decidieron adelantar su sentencia condenándolo a 26 años y unos cuantos meses, que todavía me pregunto para qué, pues lo que les tocaba hacer, era invitarlo a que regresara a su Templo y ahí siguiera predicando la palabra de Jesús, el que también rehusó renunciar a sus derechos y morir en la Cruz, con el objetivo de redimir, casualmente, a quienes, como la pareja, no han llegado a entender que la única forma de ser feliz, es conviviendo.
Ese mismo día, jueves 9 de febrero de 2023, un eminente y sencillo nicaragüense se entregó al sueño eterno, se llamaba Francisco J. Laínez Matamoros (1925-2023), nacido en Managua, quien pasó su primaria en el Instituto Pedagógico La Salle, su secundaria en el instituto público "Ramírez Goyena" y culminó con su graduación en Chile, en Economía y Finanzas, para ser luego el fundador y primer presidente del Banco Central de Nicaragua. Para muchos sus 8 años a cargo del Banco fueron controversiales, y es posible que su forma de operar lo fuese, ya que aun siendo muy dócil a Somoza Debayle, entonces presidente de Nicaragua, no permitió que la política partidista permeara el Banco y nunca se doblegó, prefiriendo renunciar antes de aceptar lo que iba en contra de su ética y de los intereses nacionales, por ejemplo: el que un gobernante abriera un Banco privado. Las normas y disciplina que impuso han sido lo que ha mantenido en pie la Institución, a pesar del manoseo de la década de los 80 y de los des gobernantes que han regido Nicaragua.
Tuve el honor de conocer al Dr. Laínez, fue un amigo incondicional y sincero, nunca trabajé para él, pero si fue mi mentor y consejero. En su obra "¿Atrasados para siempre?" –muy recomendable– nos dice que la pobreza es el resultado del sistema de producción y del sistema político de Nicaragua, que no se soluciona con parches dispersos, porque equivale a tomar un medicamento que produce alivio, pero solo temporalmente. El pueblo nicaragüense lo que demanda urgentemente es su bienestar. También recomiendo otro de sus libros, "El Sueño de los Nicaragüenses". Mis más sentidas condolencias a Carmen, sus hijos, familia y a Nicaragua, de quien fue un digno servidor.

Regresando al jueves de la alegría, Estados Unidos y España, se merecen un aplauso de agradecimiento, actuaron con diligencia, sus funcionarios se acomodaron a las circunstancias del momento y han demostrado al mundo que, abriendo sus puertas sin condiciones, y respetando las ideologías políticas de sus huéspedes, confirman sus principios democráticos o sea que la vida, la dignidad, la intimidad y la libertad son derechos fundamentales dado su carácter inalienable.
Monseñor Álvarez no es un mártir, es un apóstol de la dignidad, la libertad y la paz. El despreciar su contribución al bien común es uno de los errores más incomprensibles de la pareja gobernante de Nicaragua, ya que tienen en él a un digno y justo vocero de quienes solo desean bienestar. El disentir, no significa ser adversario, no es atacar, es simplemente un derecho y una obligación ciudadana, pues como humanos, los gobernantes también cometen errores, los cuales deben corregirse, y la única manera es conocerlos. Esa es la DEMOCRACIA.

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