domingo, 12 de diciembre de 2021

El Archivo DCCXXXVI

El Síndrome del Miedo
"Coincidencias en las circunstancias", es la mejor explicación para la palabra "síndrome", y eso es lo que ha venido sucediendo desde hace mucho tiempo en Nicaragua, que ahora con el virus del Covid-19 y el virus llamado "Ormur" (Ortega-Murillo) ha ido empeorando la forma de socializar, de viajar, de actuar en un mundo, que ya de por si esta aterrado por el miedo de lo que puede suceder, de lo que puede venir, sufriendo además de una falta de amor y respeto por nuestros conciudadanos, lo que lamentablemente se exacerba cuando nuestros países sufren de desgracias naturales.

Una de las experiencias más impactantes que he tenido en mi vida, fue en los días post terremoto del 72 en Managua. En diciembre de ese año, un mes sinónimo de amor y confraternidad, presencié actos donde el ser humano se convertía en bestia, vi desarrollarse la avaricia, el egoísmo, el MIEDO; un miedo que se asociaba a la circunstancia de presenciar la destrucción del 90% del centro de la ciudad y que causó cerca de veinte mil muertos y una cantidad mayor de heridos, aunque no se sabe el número exacto de fallecidos pues hubo cadáveres que nunca fueron sacados de los escombros por los rescatistas nacionales y extranjeros.
Cuba, que recién sacaba de Nicaragua su equipo de baseball de la serie mundial, enviaba de ayuda un Hospital de Emergencia que venía dotado de lo necesario, incluso su propia planta eléctrica y un equipo de médicos experimentados. Debido al "miedo" de que los cubanos utilizasen su presencia como promoción política, la Oficina de Seguridad los ubico en unos de los dos barrios destruidos por el terremoto, Campo Bruce, donde todo se les dificultaba, quejas que yo recibía como representante de la Cruz Roja para recibir las ayudas que llegaban al Aeropuerto. La realidad era que los cubanos habían llegado con la mejor voluntad de ayuda y al contrario a lo que pensaban los de la Seguridad, relucieron por solo cumplir con su juramento Hipocrático, eran los únicos curando heridos sin ningún protocolo en la Capital. El acoso llego a tal extremo que los cubanos decidieron abandonar el país en semanas, llevándose solamente la estación de radio con que se comunicaban con la Habana. Tanto el Presidente de la Cruz Roja, Jorge Cárdenas, como este servidor apelamos ante la Seguridad, pues estábamos seguros de que los médicos, enfermeras y técnicos cubanos no estaban utilizando su gesto humanitario para infiltrar propaganda política, ya que sus medicinas y servicio era suficiente, pero más valió el "miedo" a no poder emularlos, para decidir quitarle a la ciudadanía un servicio vital de salud.
Ese mismo "miedo" de no poder ayudar a la ciudadanía, hizo que las fuerzas armadas de entonces se instalasen en el Aeropuerto, tomándose por asalto los aviones que llegaban con cargas humanitarias destinadas a la Cruz Roja, para almacenarlos y distribuirlos como ayuda del Partido de Gobierno, lo cual ocasiono perdidas de alimentos y medicinas que necesitaban ser distribuidos de inmediato, pues Managua no tenía almacenes frigoríficos funcionando. Fue tal la agresividad que, en una ocasión, tratando de defender la ayuda que venía consignada a la Embajada de España, sentí en mi nuca la fría sensación del calibre de una metralleta, que me decía apártate. Lo mismo que los de ahora, que no solo cometen abusos, sino que, por el "miedo" de perder el poder omnímodo, que ciega, destruye y prostituye los sentidos, se convierten en verdugos y asesinos de lesa humanidad.

He llegado a la conclusión de que los que tienen a sus pueblos en el constante temor de ser apresados, ultrajados y obligados a abandonar sus hogares, no lo hacen por ideología alguna y muchos menos por la prepotencia que les da el poder, sino por el "miedo" a perder sus privilegios. Por eso es que las "sanciones" del mundo democrático, quitándoles el flujo económico que los mantiene, es la más efectiva arma para limpiar las Américas, de quienes por "miedo" aprisionan, torturan y asesinan a sus pueblos, que merecen vivir en LIBERTAD.

¡Ave María de Guadalupe! ¡Patrona de las Américas, protege a tus pueblos!


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