domingo, 23 de septiembre de 2018

El Archivo DLXIV – ¡Irresponsabilidad, Tragedia Mundial!


Cuando la semana pasada enfocamos la importancia de la "Tolerancia", una palabra que significa "responsabilidad" y que Papa Francisco la enaltece al proclamar: "En Cristo, la tolerancia se transforma en amor fraternal", nos encontramos que los aprovechados de todo aquello que lleva agua a su molino, vieron cómo se les abría la puerta de escapar de su responsabilidad, ya que, según ellos se les debe tolerar o sea que para ellos la "tolerancia" conlleva el derecho al abuso, que ellos llaman su propio criterio.

Esta semana queríamos escribir sobre temas alegres, turismo en países donde la paz es la orden del día, pero resulta que nos cruzamos con la historia, esa innegable lección que nos da el tiempo y nos encontramos un escrito de Daniel Delgado, que nos dice: "La segunda mitad del siglo XVIII marcó el principio del llamado 'Siglo de las revoluciones'. Los intereses colonialistas de los grandes imperios europeos, el surgimiento de las nuevas ideologías liberales e ilustradas y la convulsión social de las clases burguesas, que empezaban a estar cansadas de vivir a la sombra de la nobleza, marcaron un periodo de cambios en el que el mundo empezó a prepararse para acabar con las monarquías autoritarias y dar la bienvenida a los primeros regímenes democráticos que despertaban".


"En 1789 caía la Bastilla y estallaba la Revolución Francesa, uno de los eventos más conocidos y relevantes de la historia contemporánea y posiblemente la causante de casi todos los cambios que al poco tiempo sufrió Europa. Pero a veces, puede que como consecuencia del egocentrismo que tanto caracteriza al viejo continente, se olvida que la lucha por la 'liberté, egalité, fraternité' no fue la primera ocasión en la que un pueblo se alzaba en armas contra un tirano. En 1668 tenía lugar en Inglaterra la Revolución Gloriosa y, poco más de cien años después, las trece colonias del Imperio Británico en América del Norte demandaban romper lazos con su metrópolis. Comenzaba la Independencia de los Estados Unidos de América".

Y me place seguir citando al escritor Delgado: "Utilizada como símbolo de la lucha por la libertad, el desafío que siete líderes políticos plantaron ante las narices del rey Jorge III desembocó en un conflicto armado y en la conformación de una república federal por parte de los vencedores. Si en su momento ya tuvo consecuencias muy relevantes (fue la primera colonia que se separaba del gran Imperio Británico), la historia le ha dado un papel aún mayor. Los Estados Unidos, esa nación joven que surgió de la lucha armada y los ideales democráticos, se convirtió en los dos siglos siguientes en el centro de los avances tecnológicos y políticos. El incremento de poder que adquirió la fue consolidando como potencia mundial hasta el punto de ser fundamental su participación en los conflictos bélicos y sus políticas internacionales para entender la historia del siglo XX. Un pequeño David que se convirtió en imponente Goliat, y del que recordamos los pasos que tuvo que seguir para llegar a ser lo que es. Las ilusionantes promesas de libertad, la lucha por los derechos y el pago con sangre por su ambición. Estos son los personajes y hechos clave de la Independencia de Estados Unidos".


Todo lo anterior nos trae a la épica lucha actual de la ciudadanía responsable nicaragüense, ese David que lanza la misma piedra en su "detente" al irresponsable Goliat del Socialismo XXI. Aunque pusiésemos oídos sordos e irresponsables al sufrimiento de esos cautivos pueblos (Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela), es imposible ignorar los llantos que, doquiera nos encontremos, escuchamos de quienes han sepultado seres queridos, o los que sufren torturas en mazmorras inhumanas, como si 1776 o 1785 o 1945 no hubiese marcado el final de la Alemania nazi, o nacionalsocialista en términos historiográficos y el resurgimiento de la democracia, sistema que se basa en los derechos humanos y la libre expresión de los pueblos.

Ayer escuche a una joven estudiante nicaragüense que en sollozos se preguntaba ¿estamos condenados a sufrir en el silencio? ¿El añorar un futuro con esperanza es un delito?

Eso, casualmente, es el dilema de la irresponsabilidad al no involucrarnos, ya que, al no defender los derechos a la vida de ciudadanos responsables, contribuimos a la tragedia del mundo, del cual todos somos parte y formamos su defensa. Involucrémonos, luchemos y no olvidemos 1776, 1785, 1945 y por sobre todo, del sufrimiento de los que se sienten olvidados.

La irresponsabilidad en la reacción del gobierno nicaragüense a las demandas cívicas de su pueblo, ha creado una inestabilidad económica devastadora, que ha afectado seriamente a los medios de difusión, ya que sin anuncios, que son su fuente principal de ingresos, no pueden subsistir, pero así como muchos de los negocios en el internet existen por los anuncios, los medios tradicionales de difusión, tienen la oportunidad de convertirse digitalmente en un negocio que no solo pueden obtener anuncios internacionales, sino involucrar a la diáspora y amigos de Nicaragua en suscripciones y donaciones, a fin de mantener los medios independientes y por ende la libertad de prensa, uno de los derechos básicos de nuestra democracia.

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