domingo, 20 de mayo de 2018

El Archivo DXLVI – ¡Los Pueblos de Nuestras Américas, son Ignorados!


Desde Wallingford, una Villa al sureste de Philadelphia, Pennsylvania, escribo con la tristeza de los acontecimientos que protagoniza mi tierra natal, Nicaragua. Lo más impactante es la diferencia de la realidad de estos parajes; limpios y tranquilos, con la realidad que se veo, escucho y leo sobre angustia, dolor, sufrimiento, sangre y tristeza que la ambición de unos cuantos está causando a un pueblo valiente y decidido a no seguir en la ignorancia, causa de su pobreza y falta de desarrollo.

Ya pasa el mes de protestas, todas cívicas y pacíficas, lideradas por jóvenes universitarios que decidieron gritar valientemente "BASTA YA" al abuso, al robo, al engaño de sus gobernantes y aliados, una micro minoría que ha logrado destruir las esperanzas de más de 6 millones de ciudadanos, con el cuento aberrado de los antiguos protectores que decían: "el pueblo puebla y la clase dirigente gobierna".


Lo más extraño de este estallido de civismo, es que ha sido prácticamente ignorado por casi todas las naciones libres del mundo. Los países que se pronuncian lo hacen vergonzantemente, hablando de paz, esa paz donde los "héroes" mueren y los "vivianes" siguen gobernando, ya que eso es lo que conviene a la economía, una economía que más bien parece, una antología al mal.

En mis años de teclear artículos, no recuerdo un silencio tan sepulcral de los medios escritos, televisivos y radio, sobre la lucha sin armas letales de un pueblo que está ofreciendo sus vidas por liberarse de una mafia de corruptos y criminales. Por lo menos en nuestro mundo iberoamericano esta ejemplar repulsión al mal debería ocupar a diario las primeras páginas y editoriales en sus publicaciones, pero ni siquiera en sus publicaciones digitales informan de uno de los gestos históricos más ejemplares que está sucediendo en el Centro de nuestras Américas, Nicaragua.


¿Qué es lo que nos pasa, hemos llegado a tal grado de falta de vergüenza que hemos venido ignorando el "holocausto" que está sucediendo en Venezuela y ahora continuamos con Nicaragua? ¿taparemos vergonzantemente boca, oídos y ojos ante el sufrimiento de hermanos?

Es tal la falta de interés que cuando conversamos sobre acontecimientos de la actualidad, como por ejemplo lo que está sucediendo en Nicaragua, te ponen una cara de aburridos obligándote a dejar el tema. Pero peor aún es que algunos, como el caso de una vieja amiga, digan que no pierden su tiempo en escuchar problemas ajenos, quedé perplejo, pues ella casualmente, por la falta de acción del mundo civilizado, perdió sus padres en el holocausto de la Segunda Guerra Mundial.


Todo lo anterior hace necesario que nuestra Diáspora se unifique, para que pueda comenzar a despertar a los medios de comunicación, representantes en el poder legislativo, alcaldes y líderes, cívicos y empresariales. Tenemos que convencernos que solo unidos, tenemos fuerza cívica, solo unidos, podremos ayudar a nuestras familias y amigos dejados en ese pedazo de tierra que llamamos "terruño".

Es encomiable el envío de remesas, pero más impactante seria que unidos, tuviésemos la fuerza de solicitar una ayuda efectiva de nuestras naciones adoptadas, Estados Unidos, Canadá, España y Costa Rica que beneficien con proyectos en forma directa a nuestros pueblos.


Con la actual desestabilidad no es posible progreso alguno, es importante que aquellos, los que pregonan que la democracia no es factor decisivo en el desarrollo de los países, los que tuvieron más de una década para demostrar eso, sean casualmente lo que nos tiene "billonarios en pocos y pobreza en la mayoría", mayoría que escasamente alcanzan a subsistir ‒como dije en El Archivo anterior‒.

La gesta que el pueblo, unido con ideales de un mañana mejor, está llevando a cabo en Nicaragua merece el apoyo y atención de los países que, aunque libres de los "indispensables" del corrupto "socialismo del siglo XXI", están luchando por estabilizar su democracia, cuyos principios han sido exitosos en los países donde los pueblos conviven felices, saludables y con esperanza de un mejor futuro, debido a que han puesto todos sus esfuerzos en la educación, el respeto a los derechos ciudadanos y la honestidad administrativa.


Pero somos nosotros, los de afuera, los que logramos triunfar en el exterior, los llamados a tomar el liderazgo para asegurarnos que en nuestros países triunfe la responsabilidad cívica, la democracia, la honestidad y, sobre todo, se le dé prioridad a una educación responsable, donde la moral y las obligaciones cívicas vayan paralelas a su preparación académica, para competir en este mundo globalizante y técnico.

Es importante que nuestra Diáspora envié mensajes a sus familiares y amigos asegurándoles que están pendientes de los acontecimientos, que harán lo necesario para concientizar a sus amigos en el exterior, de incentivar a las fuerzas vivas y gobiernos del país en que se encuentren para apoyar a ese pueblo heroico y valiente que está decidido a reconstruir Nicaragua dentro de una democracia responsable y honesta.


La meta también es revertir el éxodo de nuestros valiosos trabajadores y profesionales, atraer inversiones que conviertan a la nueva Nicaragua, país bendito por la naturaleza, en un atractivo destino de turistas y jubilados, asegurándoles nuestra innata amistad y don de anfitriones sin par, que por mucho tiempo han brindado a sus visitantes esa sensación de seguridad que no logran otros países.

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