domingo, 4 de junio de 2017

El Archivo CDXCVI – Estados Unidos de América

Aunque la mayoría de los letrados del planeta saben que Estados Unidos de América (EE.UU.) existe, muy pocos la conocen en detalle, aun siendo la federación más antigua y sólida del mundo y la culpa es de los encargados de sus relaciones, quienes a través de su historia, le han dado poca importancia a su promoción como una república democrática y representativa, que como todo ser vivo, necesita de amigos, palabra que parece no haber logrado permear el léxico de sus poderes, en especial del ejecutivo, a través de su Departamento de Estado (Department of State) o sea sus relaciones exteriores.

En un mes (el 4 de julio) estaremos celebrando 241 años de haberse independizado del Imperio Británico y lo curioso es que la mayoría de la humanidad lo conoce como un imperio y no por lo que realmente ha sido, un "faro" que garantiza la libertad del ser humano, donde el gobierno es regulado, como dice wikipedia, por un sistema de controles y equilibrios, definidos por la Constitución, que sirve como el documento legal supremo del país.

El Archivo recomienda buscar en internet "EE.UU." y entrar en el servicio gratuito de información, Wikipedia, para encontrar una excelente síntesis sobre su historia, geografía y política, sin duda ha tenido una azarosa vida de guerras fratricidas, mundiales y ataques militares en nuestro Continente (México-Cuba-Nicaragua-Haití-República Dominicana-Panamá-Granada), dejando malos recuerdos y resentimientos.

Lo que nos interesa es rememorar y reactivar sus buenas políticas de acercamiento con los hermanos de este Continente, ya que EE.UU. ejerce una influencia económica, política y militar a nivel mundial. Dicen las estadísticas que EE.UU. gasta más de 30 mil millones de dólares en ayuda oficial al desarrollo, la mayor cantidad en el mundo, aunque en términos de porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB), su contribución de 0,19% ocupa uno de los últimos lugares entre las veintitrés naciones donantes. En contraste, las empresas privadas estadounidenses son relativamente más generosas.

Insisto que hay que rescatar el Panamericanismo, las política del Buen Vecino, proclamada por el Presidente Roosevelt, durante la VII Conferencia Panamericana de Montevideo en diciembre de 1933 y más tarde impulsada por ese filántropo inolvidable, Nelson Rockefeller, aunque es sabido que ese "panamericanismo" nació de la necesidad de EE.UU. para consolidad el apoyo de sus vecinos para enfrentar el creciente nazismo y comunismo que comenzaba a penetrar en nuestro Continente y que todavía está vivo y coleando, aunque con diferentes nombres.

Nosotros recomendamos un "Panamericanismo" como el de "La Alianza para el Progreso" (Alliance for Progress), un eficiente esfuerzo de ayuda económica, política y social de EE.UU. para América Latina efectuado entre 1961 y 1970, promulgado por el presidente John F. Kennedy, en su discurso del 13 de marzo de 1961 ante una recepción en la Casa Blanca para los embajadores latinoamericanos.

Se proyectó una inversión de 20 mil millones de dólares. Su fuente sería EE.UU. por medio de sus agencias de ayuda, las agencias financieras multilaterales (BID y otros) y el sector privado canalizados a través de la Fundación Panamericana de Desarrollo.

Detalles posteriores fueron elaborados y debatidos en la reunión "Conferencia de Punta del Este" del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES), del 5 al 17 de agosto de 1961 en Punta del Este (Uruguay). En dicha reunión había delegados de todos los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), incluida Cuba (representada por Ernesto "Che" Guevara).

Para la cita se aprobó la creación de "Alianza para el Progreso" (ALPRO); cuyo texto oficial establece como objetivo general: "Mejorar la vida de todos los habitantes del continente". Además, tenía objetivos específicos y medidas de carácter social (educación, sanidad, vivienda, etc...), política (defendiendo la formación de sistemas democráticos, según el principio de autodeterminación de los pueblos) y económica (limitación de la inflación, mejora de la balanza de pagos, siempre bajo la iniciativa privada). Para garantizar estos objetivos, EE.UU. se comprometía a cooperar en aspectos técnicos y financieros. Cuba se opuso a firmar la carta de acuerdo final, ya que "Alianza para el Progreso" se creó para apoyar medidas más reformistas, como la reforma agraria en función de mejorar la productividad agrícola, libre comercio entre los países latinoamericanos, modernización de la infraestructura de comunicaciones, reforma de los sistemas de impuestos, acceso a la vivienda, mejora de las condiciones sanitarias a fin de elevar la expectativa de vida, mejora en el acceso a la educación incluyendo la erradicación del analfabetismo, precios estables dentro del control de la inflación y cooperación monetaria. La opinión pública recibió con entusiasmo la declaración de Alianza para el Progreso, pero el programa fracasó debido a que, tras el asesinato de Kennedy, sus sucesores limitaron la ayuda financiera estadounidense en América Latina, prefiriendo acuerdos bilaterales en los que se anteponía la cooperación militar.

Siendo un tema de muchos matices, ruego a mis lectores, algunos de los cuales son escritores, enviarnos sus opiniones, que publicaremos en las próximas ediciones de El Archivo, que les desea salud y felicidades! Hasta el domingo 11 de junio desde Centroamérica.

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