domingo, 12 de marzo de 2017

El Archivo CDLXXXIV – ¡Vecinos y Amigos!

El que un grupo de ciudadanos empecinados en destruir la imagen de Estados Unidos, encabezados en este caso por el Presidente del Poder Ejecutivo, discriminen a vecinos y amigos, creando una atmósfera de animadversión, en realidad están destruyendo lo más valioso de este mundo, ¡La Amistad!

Si hay algo que todos tenemos son vecinos y amigos, lo recomendable es tratarnos con cordialidad y respeto, cultivando así un entendimiento, sin que para esto intervengan diferencias culturales y económicas, ya que lo más importante en esta vida es convivir en paz, lo contrario es producto de mentes enfermizas.

Estados Unidos de América tiene básicamente dos vecinos; por el norte Canadá y por el Sur México, ambos, a través de décadas han logrado afianzar una convivencia pacífica y productiva, a veces un poco difícil, ya que Estados Unidos ha desarrollado una poderosa economía, por lo que se le conoce como el Tío Rico, riqueza que unida a un ejemplar entendimiento comercial e industrial de los tres y sumada a la riqueza de su fuerza laboral, ha logrado llegar a ser la primer potencia.

Es interesante recordar los años en que venían cientos de miles de trabajadores inmigrantes sin exponer sus vidas, ya que eran debidamente legalizados en las fronteras para trabajar en el desarrollo agropecuario de varios estados de la UNIÓN, así como en industria, fabril y de construcción, hombres y mujeres honestos, que llegaron a establecer hogares ejemplares, dignos del respeto de nuestras comunidades. Algunos de ellos, aprovechaban los crudos meses de invierno, para regresar a sus terruños a reunirse con sus mayores, creando un flujo humanitario que ayudó, en aquellos años en que la juventud productiva de USA tuvo que enfrentar cruentas guerras, a suplir las necesidades de una sociedad moderna así como de su crecimiento.

En el curso de los años, poco a poco, creció también la presencia del inmigrante de esos países amigos, de esos vecinos, cuyos hijos y nietos han logrado destacarse, sea como profesionales, empresarios, científicos, profesores y algunos hasta políticos, manteniendo, como lo han hecho otras etnias, su idioma y cultura ancestral –aunque con diferentes costumbres, acentos y modismos– ya que el hispanoamericano de hoy es multiétnico, un arco iris de colores, imágenes y creencias.

Pero algo extraño se ha venido desarrollando en los últimos años, debido a mentes enfermizas de superioridad racial que han escogido a nuestros honestos vecinos y probados amigos del Sur, como "chivos expiatorios", ya que no pueden seguir haciéndolo con el "afroamericano" como en los tristes años de un pasado no muy lejano, en que fui testigo de rótulos que textualmente decían: "NO DOGS, NEGROS, MEXICANS" (No se aceptan perros, ni negros, ni mexicanos)

Es cierto que en nuestras Américas al Sur del Río Grande no hemos logrado eliminar la pobreza, resultado del virus destructivo de la corrupción que los países desarrollados han propiciado, ya que aceptan dinero de los "corruptos", que se instalan en lujosas mansiones con inversiones productos de la rapiña generalizada de empresas y de gobernantes, que crecen en contubernio, donde los primeros ganan licitaciones amarradas y no pagan impuestos y los otros, amasan fortunas por coimas y robos del erario público y, si hay duda, simplemente escudriñemos el todavía creciente escándalo de ese monstruo llamado Odebrecht y los "Panama Papers" entre otros actos vergonzosos que se conocen.

Por lo anterior, es que los ciudadanos de América del Sur emigran, algunos a países vecinos que ofrecen estabilidad, otros tienen que arriesgar sus vidas para llegar a Estados Unidos, como lo hizo Alfredo Quiñones Hinojosa, quien dejó su país, México, en búsqueda de oportunidades, cruzando la frontera sin documentos y sufriendo penalidades, logrando a través de muchos años de luchas, esfuerzos y tenacidad, graduarse de médico en la prestigiosa Universidad de Harvard, especializándose como neurocirujano, lo que ahora le permite salvar vidas combatiendo el cáncer del cerebro en la Clínica Mayo. Uno más que prestigia a nuestra diáspora Hispanoamericana.

Por lo tanto, no son muros los que se deben construir, sino zonas binacionales de procesamiento de identificación y permisos, avalados por empresas o agencias de empleos, con el fin de mantener el flujo de trabajadores que naciones desarrolladas, como Estados Unidos y Canadá, incluso México, necesita para salir avante en la competencia del intercambio comercial mundial, para lo cual estas naciones deben también cooperar en la preparación técnica y salud de esa fuerza laboral que ofrecen los países subdesarrollados, quienes, por estar gobernados por "corruptos e irresponsables" mantienen a sus pueblos, desnutridos, enfermos y sin educación.

No ofendamos a nuestros buenos y probados vecinos y amigos con muros fantasmagóricos, ya que bien sabemos que para los terroristas, traficantes y "malos hombres", los muros son las barreras más vulnerables.

Cultivemos a nuestros vecinos con la mano extendida, la sonrisa alentadora y la mirada sincera y comprensiva de amigos, para construir con ellos, una alianza en libertad por los principios y derechos democráticos que protejan a nuestros pueblos e instituciones.

Hasta el domingo 19 de marzo de 2017, con El Archivo CDLXXXV.

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