domingo, 5 de marzo de 2017

El Archivo CDLXXXIII – ¡El Filántropo!

No se necesita ser millonario para ser filántropo, todo ser humano, aún los de más escasos recursos pueden ser filántropos, pues no se trata exactamente de donar dinero, puedes ofrecer tus habilidades y/o conocimientos a obras educacionales, sociales, así como pequeños aportes monetarios a través de asociaciones, fraternidades, comités, etc… o cualquiera con metas y programas "trasparentes" que beneficien en forma directa a personas o comunidades dispuestas a cooperar por su bienestar.

La filantropía, como dijimos la semana pasada, está claramente definida por Wikipedia así: "El término filantropía designa, en general, el amor por el género humano y a todo lo que a la humanidad respecta, expresada en la ayuda desinteresada a los demás". Por lo tanto, el promover ese "amor por el género humano" es básico para que en nuestro mundo subdesarrollado despierte el apostolado de ayuda mutua para salir de ese letargo inhumano que nos mantiene en la pobreza de acción e ilusión.

La semana pasada estuve presente en una reunión de voluntarios para impartir clases de inglés a los alumnos del "Instituto Técnico Vocacional" que dirige Monseñor Silvio Fonseca en Managua, Nicaragua, un país que adolece de la virtud filantrópica, por lo que, al presenciar su entusiasmo por servir con amor de esos 4 hombres y 6 mujeres, me dije, ¡hay esperanza, existe el espíritu de ayudar con amor, por lo que la falla está en que debemos promoverlo con persistencia!

Esto de promover con entusiasmo la filantropía, sin desmayo, es lo que nos hace falta, especialmente el promover trabajo en equipo, necesitamos despertar ese espíritu de cooperación que actualmente duerme, primero por desconfianza, segundo por falta de disciplina y, básicamente, por esta cultura caudillista que heredamos, donde el "Don Yo" lo hace mejor que nadie y además no permite reemplazo.

Existen admirables obras filantrópicas en nuestras Américas, son esfuerzos de parejas o individuos que encuentran en sus obras su razón de ser, pero al mismo tiempo, encuentran frustración, al no encontrar apoyo de sus amistades y conocidos, lo que dice que algo no estamos haciendo bien. ¿será ese DON YO? ¿ese caciquismo criollo?¿o simplemente no sabemos promover y no tenemos la persistencia para formar equipo?

Estoy convencido que nos hace falta aprender a trabajar en comunidad, nos hace falta admitir que todos, somos necesarios, pero que nadie es indispensable y que para encontrar la felicidad, básico anhelo del género humano, debemos dar y darnos.

Dicen algunos, que la economía, el crecimiento económico más bien, es lo importante y están en lo cierto, siempre y cuando incluya no solo al capital, sino a los que sudan, a los que enseñan y a los que sueñan. El crecimiento económico es producto de la institucionalidad, es resultado de la educación, de un liderazgo sano, valiente y respetuoso de los derechos individuales, que animan y promueven la responsabilidad ciudadana.

Una economía exitosa y sana necesita de filántropos. Son estos los que nos recuerdan a trabajar en equipo, el darnos, el aprender que el amor al prójimo produce óptimos rendimientos y que es vital para lograr la felicidad. Su vivencia, su actualización, su empuje, su ejemplo, es importante. Más aun, por hacernos realizar que todos podemos ser "filántropos". Comencemos hoy buscando donde podemos ser útiles, donde darnos, donde entregarnos, en que podemos cooperar.

El Estado, que en sí es una organización de seres humanos, es filántropo en su naturaleza, y cuando pierde esa virtud, como está sucediendo en ciertas naciones como el caso de la falta de filantropía hacia el refugiado o inmigrante, pierde su oportunidad de servir y de recibir beneficios, especialmente en países cuyo crecimiento, se debe al inmigrante. Hay muchos ejemplos, pero el más relevante se aprecia en los Estados Unidos de América, donde un grupo de "populistas" pretenden destruir el histórico liderazgo filantrópico, emitiendo decretos de aislamiento, construyendo muros separatistas, en vez de legalizar organizar y unir familias que ya han echado raíces y que, por falta de una burocracia constructiva, permanecen en la oscuridad legal. Demos la bienvenida legal a esa probada y excelente mano de obra que ha permitido, a la Unión Americana, sobresalir y exportar excelentes productos agropecuarios, así como mejorar la infraestructura vial, a fin de poder seguir contribuyendo al bienestar ciudadano, así como a la felicidad y paz mundial.

La otra cara es fea, y destructiva, aversión general al ser humano de distinto color o etnia, la misantropía, enfermedad psicológica que conlleva debilidad y pobreza mental, totalmente contraria al espíritu de lo que conocemos como americanismo.

Apelo a la sensatez: legalicemos esos millones de hermano americanos que son parte de nuestra grandeza. Estudiemos y construyamos puentes de acercamiento, continuemos siendo filántropos. Solo derrotando el odio y la autodestrucción de nuestros valores, podremos progresar en nuestra grandeza de ser AMERICANOS. ¡Hasta el próximo Archivo del domingo 12 de marzo, deseándoles paz, salud, amor y felicidades!



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